
Los líderes de las 20 principales naciones del planeta se reúnen hoy y mañana en Hamburgo (Alemania) en una cumbre destinada a aplicar una cura de emergencia a la cooperación global. Desde el comercio hasta el cambio climático, pasando por el terrorismo, la inmigración o la regulación financiera, la comunidad internacional quiere dar un impulso al sistema que cogió brío tras la crisis financiera, y que ahora atraviesa sus horas más bajas.
Al frente de estos esfuerzos se situará Europa y, en concreto, la anfitriona de la cita, la canciller Angela Merkel. La dirigente alemana ya indicó ayer que, en su rol como presidencia del G20, sus esfuerzos irán dirigidos a forjar "compromisos", pero que tiene la intención de representar los intereses europeos.
Tras casi 12 años en el poder, cualquier atisbo de timidez o torpeza han desaparecido en la canciller, quien seguramente se enfrenta a una de las cumbres más difíciles en un año electoral en Alemania. Merkel goza de una cómoda ventaja en las encuestas, pero las dos principales prioridades de la cumbre -el libre comercio y la lucha contra el cambio climático- atraviesan momentos difíciles. A última hora de ayer, Merkel se reunió con el presidente de EEUU, Donald Trump, responsable de torpedear los esfuerzos contra el calentamiento global y de dar alas al proteccionismo.
Merkel buscó acercar posturas sobre todo en el apartado comercial, en el que Trump acusó en el pasado a Alemania de inundarla con sus coches e incluso coquetea con nuevos aranceles para varios productos, algunos de los cuales afectarían a Berlín. De fondo, también buscaron restaurar una relación llena de desencuentros tras la llegada del empresario a la Casa Blanca. Ayer, la tensión de los últimos meses desapareció. Al saludarse, ambos mostraron la mejor de sus sonrisas, e incluso Trump le dio el apretón de manos que le negó a Merkel en su visita a Washington en marzo.
Energía y sostenibilidad
El otro punto complicado de la cumbre será el debate para mantener vivo el espíritu del acuerdo de París sobre el clima, a pesar de la decisión de Trump de salirse del mayor logro de la diplomacia internacional de los últimos años. Se espera que el G-20 adopte un Plan de Acción sobre Clima y Energía para el Crecimiento. La parte más controvertida es el lenguaje y los plazos para terminar con los subsidios a los combustibles fósiles, en el que sobre todo las petromonarquías como Arabia Saudí están poniendo palos en las ruedas.
Será una cumbre complicada para los europeos, porque además del frente estadounidense, sus relaciones con el resto de grandes potencias atraviesan un momento difícil.
Con la Rusia de Vladimir Putin, con quien se reunirán Merkel y el presidente francés Emmanuel Macron el sábado, intentarán garantizar que los acuerdos de Minsk para terminar con la violencia en el Este de Ucrania se respetan.
El dumping del acero chino en Europa, y la negación de los europeos al reconocimiento del estatuto de economía de mercado a China sigue enturbiando las relaciones con Pekín. En la pasada cumbre del G-20, celebrada en Hangzhou (China) se acordó la creación de un instrumento para vigilar los casos de dumping al que se pasará revista en esta ocasión.
El presidente turco Recep Tayyip Erdogan también resulta una presencia de pesada digestión para los europeos, sobre todo para Merkel. Su deriva autoritaria le ha convertido en un socio incómodo y ruidoso. Pero es una ayuda imprescindible en la lucha contra la inmigración irregular y un socio irremplazable en la lucha contra ISIS.