
Con una tasa del 35%, EEUU se sitúa a la cabeza del resto de países avanzados en lo que se refiere al impuesto de sociedades. Sin embargo, es cierto, que mientras el gobierno americano ingresó 473.000 millones de dólares el año pasado en estos menesteres, su enrevesado código tributario permitió que las compañías se ahorrasen alrededor de 180.000 millones de dólares en deducciones y otras ventajas fiscales, según la Oficina de Transparencia Gubernamental. Al mismo tiempo, más de la mitad de la actividad empresarial a este lado del Atlántico, en relación a las ventas, se produce a través entidades de paso que no pagan impuestos.
Es por ello que la promesa de una reforma fiscal por parte de la administración de Donald Trump se ha convertido en una pieza clave de su agenda en busca de mejorar la competitividad de las multinacionales estadounidenses a nivel global. Los detalles ofrecidos hasta la fecha por la Casa Blanca siguen siendo escasos, pero el objetivo del mandatario es reducir en 20 puntos el impuesto de sociedades, así como incentivar la repatriación de beneficios se postulan como los pilares de la propuesta.
Se desconoce qué tipo de gravamen se busca imponer a esta cantidad que las multinacionales estadounidenses acumulan fuera de las fronteras estadounidenses, pero se ha llegado a sugerir una tasa de aplicación única que se situaría en el 10%, 25 puntos menos que lo que pagan las empresas actualmente por hacer regresar parte de sus beneficios. Planes que a ojos del secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, y el director del Consejo Económico de la Casa Blanca, Gary Cohn, arquitectos del plan tributario del presidente, consideran que impulsará la inversión en suelo patrio y fomentará la actividad económica, con la esperanza de hacer que el PIB se expanda a un 3%, algo que no ocurre desde hace 11 años.
Sin embargo, la que se postula como la mayor reforma tributaria desde 1986, enfrenta importantes escollos en el Capitolio. En este sentido, los legisladores republicanos, liderados por el actual presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, buscan una propuesta fiscal que sea neutra para el déficit, que en 2016 alcanzó el 3,2% del PIB.
Según los cálculos de Simeon Djankov, miembro del Peterson Institute for International Economics, un think tank con sede en Washington, señala que si EEUU quisiera reducir su impuesto de sociedades hasta la media actual registrada por las principales economías avanzadas, que se sitúa en el 23%, el gobierno federal debería ingresar 160.000 millones de dólares anuales para implementar dicha meta de forma neutra para el déficit.
Rebajas de impuestos para la clase media
Algo difícil si tenemos en cuenta que Trump ha prometido también rebajas de impuestos para la clase media y la polémica propuesta de Ryan de imponer un impuesto de ajuste fronterizo que tase las importaciones en lugar de las exportaciones, que podría ingresar hasta 100.000 millones de dólares anuales y apoyar una reducción del impuesto de sociedades hasta el 28%.
Es por ello que el Congreso estadounidense busca rebajar el gravamen a las empresas a un nivel que se encuentre más en línea con la media del resto de economías avanzadas pero no sea tan profundo como el propuesto por Trump. Una posición que para Djankov supone un arma de doble filo.
"Si la tasa del impuesto de sociedades se redujera en alrededor de 10 puntos porcentuales, la nueva seguiría siendo más alta que la tasa impositiva efectiva que las multinacionales estadounidenses tienen en Irlanda, Luxemburgo y en los Países Bajos", explica al enumerar "los diversos paraísos fiscales que las compañías estadounidenses utilizan en todo el mundo". Este experto, que ha analizado las rebajas en los impuestos que las principales economías del mundo imponen a sus compañías desde 1986, considera que igualar el nivel a la media de otros países no supondría un gran incentivo para repatriar beneficios, a menos que se acompañe con la amenaza de sanciones.
De momento, y con la reforma del sistema de salud republicana aprobada por el Congreso pero estancada en el Senado, no está previsto que la reforma fiscal vaya a conseguir ser aprobada este año. En estos momentos, la Cámara de Representantes evalúa su propuesta con la que esboza la administración Trump pero antes de someter un proyecto de ley a votación, deben superarse otros obstáculos, como la aprobación del presupuesto para el año fiscal 2018 y el incremento del techo de la deuda.
Aún así, Ryan aseguró la semana pasada que espera tener una propuesta lista sobre la mesa del presidente antes de las navidades, una nueva meta que pondrá más presión para que la Casa Blanca y el Capitolio consigan abandonar sus diferencias y aprovechar la mayoría republicana en ambas Cámaras antes de las elecciones legislativas del año que viene.