
El Banco Central Europeo escrutará este año la efectividad con la que las entidades gestionan los riesgos. El Mecanismo de Supervisión Europea (Mus) ha programado más de 100 inspecciones in situ para evaluar la fiabilidad de los modelos internos creados por cada entidad para medir su riesgos crediticios, de contrapartida y de mercado, y acopiar capital en función de esas exposiciones desveló ayer la presidenta del organismo, Danièle Nouy, en una conferencia en Austria.
El ejercicio puede resultar neutro si los funcionarios constata que calibran el riesgo de forma correcta o encarecer la hucha de capital exigida de concluir que resulta excesivamente laxa. La solvencia exigible a la banca se encuentra íntimamente ligada a los riesgo asumidos: a mayor exposición, superior debería ser la carga, y a negocios más predecibles y seguros, inferior.
Pero, aunque la regla es simple, la forma de medir lo prudente o temerario de cada negocio es difícil por eso el regulador fijó ciertos estándares para exposiciones asimilables y para entidades que, por su dimensión, carecían de capacidades para desarrollar herramientas sofisticadas propias, dejando a las grandes montar sistemas de calibración afinados, con los que se han ahorrado millones en capital.
La supervisión única pone en evidencia el dispar terreno de juego en el que se mueven las entidades por su uso. Las diferencias a la hora de medir los riesgos -los activos ponderados por riesgos o APRs- llega a alcanzar el 70% entre entidades, revela la Autoridad Bancaria Europea (EBA) en un estudio que atribuyó las discrepancias a dichos sistemas más que a otros factores como las singularidades regulatorias nacionales.
El BCE elaboró unas guías para los modelos internos, que ahora revisará para garantizar que sus resultados son fiables y comparables. También fijará algunos suelos de solvencia, que no podrán ser aligerados con calibradores internos.