
Cuando Reino Unido dijo sí al Brexit pocos pensaron en la central nuclear de Sellafield pero, con el divorcio en marcha, la mayor reserva de plutonio del mundo se ha convertido en la peor pesadilla de las negociaciones. El tema no es menor, ya que este peligroso edificio ubicado en la costa noroeste de Inglaterra tiene almacenado suficiente plutonio como para fabricar 20.000 bombas nucleares.
El problema es además compartido, ya que en Sellafield se han almacenado los residuos de décadas de procesamiento de combustible nuclear en centrales eléctricas no solo de Reino Unido, sino también de Alemania, Francia, Suecia y otros países europeos. La regulación de la energía nuclear promete ser, sin duda, uno de los apartados más difíciles y urgentes de la negociación por el Brexit. Un alto negociador calificó la central como "una pesadilla", tal y como recoge el diario británico Financial Times.
La Comunidad Europea de la Energía Atómica, más conocida como Euratom -el organismo paneuropeo que regula el uso de la energía nuclear-, es la encargada de supervisar y controlar la planta y tiene allí una presencia permanente para monitorizar la que es la instalación nuclear más grande de Europa. Euratom es además la propietaria de las cámaras, los silos de almacenamiento y el laboratorio de pruebas de Sellafield.
En juego está no solo la salvaguardia de Sellafield, sino también pilares fundamentales de la seguridad energética, investigación científica e incluso de la medicina de Reino Unido. El Brexit amenaza un acuerdo de décadas de antigüedad porque la desvinculación de las islas del Viejo Continente requeriría la retirada de Euratom que, a pesar de ser una entidad legal separada de la Unión Europea, está gobernada por las instituciones de la unión y tiene los mismos miembros.
Por otro lado, sin el control de Euratom, Reino Unido tendrá que establecer un nuevo régimen regulador para mantener las normas de seguridad y negociar docenas de acuerdos internacionales para seguir teniendo acceso a la tecnología nuclear.
Rupert Cowen, especialista en energía nuclear de Prospect Law, un bufete de abogados londinense, aseguró la semana pasada que "si no podemos establecer garantías y otros principios que permitan el cumplimiento de las normas internacionales, la actividad y el comercio nucleares no podrán continuar". "Reino Unido camina como un sonámbulo directo al desastre", expuso en su audiencia parlamentaria.
Las consecuencias potenciales del fracaso -desde el cierre de las centrales nucleares hasta la pérdida de radioterapia para los pacientes con cáncer- parecen inverosímiles, pero no será fácil encontrar una solución.

Central Nuclear de Sellafield. // Fuente: Getty
Años de inversión y progreso
Gran Bretaña juega un papel muy importante en la investigación nuclear de la UE como anfitrión del proyecto Joint European Torus (JET), el reactor de fusión más grande del mundo. Pero Europa y Reino Unido no firmaron separación de bienes y ahora pelearán en el divorcio por JET, un experimento que costó más de 2.000 millones de libras.
El caso es que la posición de fuerza no parece clara. Todo el comercio y transporte de materiales nucleares de los países de la UE está regido por Euratom, por lo que los ministros británicos deben renegociar su relación con el organismo público.
Reino Unido debe aprobar una nueva legislación para establecer así un nuevo sistema de salvaguardia, y luego debe encontrar, contratar y capacitar al personal necesario para hacer el trabajo en una industria conocida por su escasez de personal cualificado. Por no hablar de los hasta 20 acuerdos que debe establecer con otros países como Estados Unidos y Japón, fuera de la Comunidad Europea de la Energía Atómica. Todo esto antes de 2019...
El país de Theresa May genera cerca del 20% de su electricidad en ocho centrales nucleares, y planea expandir su flota de reactores. La planta de Hinkley Point C, aprobada el pasado septiembre, será la primera central nuclear nuclear en territorio británico en los últimos 30 años cuando se inaugure en 2025.

Central Nuclear de Sellafield. // Fuente: Getty
140 toneladas de plutonio
Los negociadores de Whitehall cuentan con la baza del material radiactivo en suelo inglés, material en gran parte de países europeos. ¿Qué se hará con el plutonio de Sellafield y otras plantas nucleares? No se sabe. Reino Unido lleva tiempo advirtiendo sobre su creciente reserva de plutonio civil y qué hacer con ella, y el Brexit está a punto de forzar una respuesta.
En virtud del Tratado que rige la industria nuclear europea, todos los materiales fisionables de uso civil en la UE son propiedad y están controlados por la Agencia de Abastecimiento de Euratom. El Tratado nunca contempló una separación y estaba destinado a asegurar un acceso equitativo a los combustibles nucleares para todos los Estados miembros.
Nada sugiere que la UE desee reclamar las 126 toneladas de plutonio almacenados en Sellafield, cantidad que se espera que llegue a las 140 toneladas cuando el procesamiento en la planta se detenga al final de esta década.
Sin embargo, una quinta parte de las existencias se generaron en países como Alemania, Suecia, Francia y los Países Bajos. Hay pocas perspectivas de que el plutonio sea repatriado, pero los negociadores tendrán que decidir quién tiene la propiedad cuando Reino Unido abandone la UE y, en consecuencia, el Euratom.

Central Nuclear de Sellafield. // Fuente: Getty
Malos precedentes
Los precedentes en este tipo de negociaciones no son buenos y Reino Unido tiene poca experiencia en la negociación de acuerdos nucleares. En los años noventa se necesitaron cuatro años de negociaciones "largas y difíciles" para acordar una actualización del acuerdo de cooperación Euratom-Estados Unidos. E incluso entonces, el acuerdo no pudo ser ratificado a tiempo por el Senado de EEUU. La espera causó un hiato de tres meses en los que todo el comercio nuclear transatlántico se detuvo.
Esto es algo a lo que Reino Unido no se querrá arriesgar, ya que las envejecidas centrales eléctricas de las islas dependen directamente de los suministros de EEUU. Sin embargo, el nuevo marco de cooperación debe ser aprobado no sólo por el presidente estadounidense, Donald Trump, sino también por el Congreso.
"Es una de esas cosas que parecen simples cuando empiezas, pero que cuando entras en detalles -y esto es probablemente cierto en muchas otras áreas del Brexit- encuentras mucha complejidad oculta", advierte Francis Livens, director del Instituto Nuclear de Dalton, en la Universidad de Manchester. "Hay décadas de enredos que deben ser ahora desenredados", añade.

Central Nuclear de Sellafield. // Fuente: Reuters
¿Qué hacer mientras tanto?
Una opción para ganar tiempo sería seguir pagando a Euratom por sus servicios, pero está dirigido por la Comisión Europea, el ejecutivo de la UE, y no como una agencia independiente. Un sustituto importante del régimen de Euratom sería un acuerdo bilateral con la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), organismo que supervisa la seguridad nuclear a nivel mundial.
Los inspectores de la AIEA podrían reemplazar a los de Euratom en Reino Unido, pero puede que la agencia no quiera hacerlo porque tendría que dedicar menos personal al control en países conflictivos como Irán.
Yukiya Amano, director general de la AIEA, indicó al Financial Times que es posible firmar un acuerdo rápido, pero que eso dependerá en gran parte de los avances en las negociaciones de Reino Unido con Euratom y la UE, que tendrán que realizarse antes que las de la AIEA.