
Theresa May desafió ayer la convención parlamentaria británica con su asistencia en la Cámara de los Lores a la apertura del debate de la ley que le permitirá iniciar el Brexit. El texto había sido ratificado con comodidad por la Cámara Baja pero, ya que su partido carece de mayoría absoluta en la alta, el resultado final podría ser enmendado por unos lores que quieren reforzar el escrutinio de Westminster y la protección de los derechos de los ciudadanos comunitarios afincados en Reino Unido.
La presencia de la primera ministra supuso un recordatorio para una cámara amenazada públicamente con la disolución si se atreve a disputar el veredicto del plebiscito. Aunque el Número 10 ha intentado desmarcarse, el debate sobre la legitimidad de una institución no electa ha quedado reabierto y dependerá notablemente del destino de una ley de 137 palabras.
Como prueba, la máxima representante de los tories en los lores urgió ayer a sus colegas a "respetar la primacía de la cámara electa y la decisión de los británicos el 23 de junio", puesto que la normativa a debate "no es el lugar para intentar influir sobre los términos de la salida, o para tratar de repetir el referéndum". La clave será la apuesta de los 178 miembros que no pertenecen a ningún partido, puesto que no están sujetos a disciplina interna alguna.
Si bien los laboristas han garantizado que no intentarán bloquear el proceso, están dispuestos a mandar un recado a los diputados con la introducción de condicionantes a tener en cuenta una vez el texto regrese a los comunes para su aprobación definitiva. Una vez ahí, la Cámara Baja será libre de aceptar o no los cambios, pero la situación en sí misma generaría un serio dilema constitucional.
Tras el arranque de ayer, la negociación crucial no tendrá lugar hasta la semana que viene, puesto que será cuando haya que aprobar enmiendas. El debate actual, sin embargo, también es importante, porque de forzar una votación se estaría rompiendo la tradición por la que los lores permiten que el inicio de la tramitación pase sin oposición. A partir de ahí, la hora de la verdad llegaría en siete días, cuando la alianza entre laboristas, liberal-demócratas y representantes sin afiliación orgánica podría forzar la introducción de arreglos para asegurar que Westminster cuenta con un "voto significativo" sobre el acuerdo que May negocie en Bruselas.
De experimentar una proceso menos controvertido, es decir, sin enmiendas, la ley podría quedar aprobada en los lores el 7 de marzo, capacitando así a la 'premier' al invocar el artículo 50 del Tratado de Lisboa antes de final de mes, como esperaba.
Visita de Trump a Reino Unido
El reinicio de la actividad parlamentaria llevó ayer a Westminster un debate sobre la visita de Estado ofrecida a Donald Trump. Cerca de 1,85 millones de personas han votado una iniciativa para cancelarla, lo que puso la cuestión en el orden del día de los Comunes, donde también se coló la propuesta contraria. Tanto la porfía como las protestas en el exterior del Parlamento han colisionado con la ratificación de la intención de mantener la oferta.