
La Alta Representante para la Política Exterior de la UE, Federica Mogherini, arranca hoy en Washington la operación europea para intentar reparar la relación transatlántica. La meta es, como indicó el lunes al anunciar la visita de dos días, "identificar las zonas comunes" para salvar en lo posible la cooperación entre los dos viejos aliados. La llegada de Donald Trump ha supuesto la congelación de algunos dossieres y el acuerdo de libre comercio, y su tono agresivo hacia los europeos ha causado desconcierto.
Trump está apuntando a la línea de flotación de los veintiocho: su división creciente en grandes desafíos (migración, política económica) y su visión para el futuro del proyecto comunitario. Una estrategia que, con diferentes herramientas también están usando Rusia (con el gas) y China (con inversiones y acuerdos comerciales).
Mogherini se reunirá con su colega estadounidense, el secretario de Estado Rex Tillerson, y con el círculo íntimo de Trump -su consejero Michael Flynn y su yerno Jared Kushner, una de las personas de su máxima confianza en la Casa Blanca-. También mantendrá reuniones en el Congreso con senadores, incluido John McCain. También se desplazó a Washington el comisario de Interior e Inmigración, Dimitris Avramopoulos, quien exigió ayer a su homólogo estadounidense John Kelly, que EEUU colabore más en la acogida de refugiados, a los que la nueva Administración quiere cerrar las puertas.
Los encuentros servirán para arrancar un periodo intenso de dos semanas en el que Mogherini se encontrará con varios altos cargos de Trump. Esta primera aproximación culminará con una visita del vicepresidente Mike Pence a las instituciones europeas, con ocasión de su visita a Munich por la conferencia sobre Seguridad (17-19 febrero).
La italiana revisará con el círculo de Trump "la vieja lista de dossieres", según dijo, para ver dónde convergen en asuntos como cambio climático, Siria, Libia o el Proceso de Paz en Oriente Medio. Sin embargo, las embestidas de Trump abren un panorama complicado para la cooperación transatlántica.
Romper la UE. Trump defiende la salida del Reino Unido de la UE. Considera que Londres lo está haciendo "genial". Su equipo llamó a funcionarios europeos para saber cuál sería el próximo país que abandonaría la Unión.
Final del euro. El experto en Brexit Ted Malloch, quien podría ser el embajador de Trump ante la UE, comentó que el euro era una moneda "en proceso de defunción" y que no llegaría a los 18 meses. Sus comentarios pusieron a los principales líderes de la Eurocámara en pie de guerra, dispuestos a boicotear su llegada.
Guerras comerciales. Las proclamas proteccionistas de Trump obligaron a poner "en el congelador" el acuerdo comercial con Europa, según admitió la comisaria Cecilia Malmström. Pero la escalada verbal de sus asesores ha ido más allá. El principal consejero de Trump en materia Comercial, Peter Navarro, acusó a Berlín de tener una moneda "extremadamente infravalorada" para conseguir su superávit comercial respecto a EEUU. El presidente del BCE, Mario Draghi, aludió al último informe del Tesoro de EEUU del pasado octubre para concluir que "no somos manipuladores de monedas".
Grecia, ¿'caballo de Troya'? Las serias dificultades que está atravesando el programa griego han ofrecido un nuevo flanco a Trump. Malloch cree que "probablemente hay una razón muy fuerte para que Grecia se salga del euro", una opinión que ya emitió su jefe en 2012, en Twitter, al decir que Atenas estaba "malgastando el tiempo" dentro de la moneda común. El poder de veto que tiene EEUU en el FMI, en un momento en el que el fondo y los europeos están enfrascados en plena batalla por la sostenibilidad de Grecia, podría complicar de manera extrema la continuación del programa del rescate, y la permanencia de los helenos en el euro.
América primero. Como parte del paquete desregulador que aprobó EEUU el pasado viernes, Trump ordenó que se prioricen "los intereses americanos" en las negociaciones internacionales sobre regulación financiera. Temiendo que quiera llevar su ofensiva desreguladora al ámbito internacional, Draghi respondió que "lo último que necesita" el sistema internacional es una regulación laxa, a la que culpó de provocar la crisis financiera junto al dinero barato.