
Falta poco más de una semana para el referéndum constitucional en el que el Gobierno de Matteo Renzi se juega su supervivencia política y Europa, una posible nueva oleada de inestabilidad.
Las últimas encuestas -difundidas dos semanas antes de la consulta, tal y como prevé la ley transalpina- dan el no por ganador con un margen de hasta 10 puntos. Italia amenaza con convertirse así en un nuevo foco de desestabilización, tras unos meses ya marcados por el Brexit y la victoria de Donald Trump. El peligro concreto es que un triunfo de los contrarios a la reforma estrella de Renzi abra una crisis de Gobierno, precipitando a Italia a unas nuevas elecciones generales en 2017, cuando también habrá comicios en Francia y Alemania.
Pero incluso una victoria muy apretada del sí podría causar problemas: el comité del no a la reforma ya ha anunciado recursos en el caso de que el voto en el extranjero resulte decisivo para la victoria. Los opositores de la reforma constitucional - encabezados por el Movimiento antipartidos 5 Estrellas- cuestionan la validez del voto por correo, recordando las sospechas de fraudes ya levantadas en las últimas elecciones.
En cualquier caso, los días después del referéndum prometen ser cruciales para el futuro de Italia. Entre el 5 y el 12 de diciembre, el país transalpino tendrá que atar varios cabos dejados sueltos a la espera del resultado de la consulta sobre la reforma constitucional.
La cuestión más urgente es la controvertida ley presupuestaria que el Gobierno de Roma acaba de presentar y sobre la que Bruselas expresó varias dudas, anunciando previsiones de crecimiento para la economía italiana inferiores a las del Ejecutivo de Renzi: 0,7 por ciento en 2016 y 0,9 por ciento en 2017 (en ambos casos, una décima menos con respeto a los anuncios del Gobierno transalpino).
Incluso el Istat (el INE italiano) acaba de corregir a la baja las estimaciones de crecimiento del PIB para este año, que se situarán en un 0,8 por ciento, frente al 1,1 por ciento previsto en mayo, y en un 1 por ciento en 2017.
La diferencia entre las previsiones del Gobierno y las de instituciones independientes es crucial, porque el plan de reducción del déficit se funda sobre los objetivos de crecimiento. Y una economía que crece menos de lo previsto comprometería todos los planes económicos del Ejecutivo.
Para los problemas presupuestarios de Roma, la fecha clave es el 5 de diciembre, cuando los ministros de Economía de la eurozona se pronunciarán sobre el exceso de optimismo de Renzi y la flexibilidad presupuestaria que el primer ministro italiano se ha tomado otra vez sin permisos previos, tras 19.000 millones de flexibilización ya obtenida durante los últimos dos años.
El problema es que la economía transalpina sigue sin recuperarse de la crisis, por culpa de problemas estructurales, empezando por la productividad laboral. Según el Istat, entre 1995 y 2015 ha aumentado un 0,3 por ciento cada año, con respeto a una media europea del 1,6 por ciento. Incluso España, uno de los países que menos ha crecido en productividad laboral (0,6 por ciento) dobla a Italia.
Los inversores, a la espera
La incertidumbre relacionada con el referéndum constitucional sólo ha agravado los problemas crónicos del país y mientras la actividad política se ha parado a la espera del resultado, las inversiones no van mejor. "Percibo una preocupación considerable a nivel internacional por el éxito del referéndum. Llego a decir que hay un paro de las inversiones extranjeras a la espera de los resultados de la consulta. La percepción es de una Italia a la que le cuesta cambiar cuando, con una deuda tan alta, lo que necesitaría es cambiar cuanto antes para aumentar su eficiencia y gestionar de mejor manera su deuda", explica a elEconomista Gianfelice Rocca, presidente de la multinacional del acero italoargentina Techint y de la poderosa patronal de Milán, Assolombarda, que no esconde su preocupación por el éxito del referéndum. "En Italia hay capacidad para salir de una situación difícil. Pero está claro que esto es un periodo de gran incertidumbre", advierte el empresario.
Otro de los problemas estructurales de la economía italiana es la crisis de la banca. Por no haber intervenido a tiempo, ahora las entidades italianas peligran bajo el fardo de 360.000 millones de créditos dudosos y necesitan una masiva inyección de capital fresco. Los días después del referéndum serán el banco de pruebas del modelo de seneamiento bancario elegido por Italia: muy poco dinero público e intervenciones reservadas a las pequeñas entidades al borde de la quiebra. Otros bancos más grandes, empezando por el que tiene más problemas, Monte dei Paschi di Siena (MPS), deberán encontrar por sí mismos los recursos para salir adelante.
El flamante consejero delegado de MPS, Marco Morelli, ha presentado un plan que prevé el despido de 2.600 empleados, el cierre de cerca de una cuarta parte de oficinas, inversión en banca digital y la venta de divisiones y créditos dudosos. La entidad pedirá a los inversores 5.000 millones de euros. Siendo cuestión de vida o muerte para la entidad, Morelli ha preferido aplazar la ampliación hasta después del 4 de diciembre: la fecha prevista es el 12 de diciembre, pero es probable que, en caso de derrota de Renzi, el banco tenga que parar en seco.
Igualmente, queda a la espera de la consulta UniCredit, el principal banco internacional italiano, que necesita alrededor de 10.000 millones de capital fresco para relanzarse. El miedo es que una victoria del no dispare la turbulencia de los mercados financieros, dificultando la labor de las entidades.
Según una investigación recién publicada por la aseguradora crediticia francesa Coface, el aumento del riesgo político es elevado en toda Europa, pero Italia amenaza con ser la olla exprés del Continente.
Según los analistas de Coface, en los últimos años los riesgos políticos han crecido una media de 13 puntos, sobre todo en Alemania, Francia, Italia, España y Reino Unido. Y otro shock político, cuya entidad podría compararse con la consulta sobre el Brexit, podría tener un peso negativo, influyendo -calcula Coface- sobre el crecimiento europeo en unos 0,5 puntos.
Un precio mayor
Desgraciadamente, Italia, en este contexto, podría revelarse el anillo débil. De hecho, a la espera del 5 de diciembre, los inversores ya pretenden que Italia pague un precio mayor. A pesar de haber gozado de más estabilidad política durante el último año, el país transalpino paga por sus deudas intereses más altos que España. En diciembre de 2015 eran los españoles los que tenían que ofrecer rendimientos más elevados en aproximadamente 15 puntos básicos, mientras que ahora es al revés.
"España e Italia se han enfrentado a la crisis de manera muy diferente", añade Gianfelice Rocca, subrayando que "Italia ha intentado guardar el nivel de empleo, mientras España ha trabajado en mejorar la productividad, reduciendo el empleo. Esta medida ha tenido un coste social elevado, pero ha permitido una recuperación más rápida. Creo que España se ha enfrentado a la crisis con más valor, invirtiendo sobre el futuro. Nosotros invertimos sobre el pasado".