Economía

La UE y la OTAN presionan para que Trump preserve la relación bilateral

  • Los ministros de Exteriores europeos analizan la nueva coyuntura
En la imagen Donald Trump. Foto: Dreamstime.

La brecha creciente entre los ganadores y perdedores del sistema aupó a la Casa Blanca a Donald Trump. Y esta inesperada victoria amenaza con crear una nueva brecha en las relaciones entre Europa y EEUU, justo cuando la globalización pasa por sus horas más bajas, el crecimiento se tambalea en los países desarrollados y en desarrollo, y Occidente atraviesa el mayor reto en materia de seguridad de una generación, como advertía el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. "Ir solo no es una opción, ni para Europa ni para EEUU", dijo en un artículo publicado en Observer. "No es el momento para cuestionar el valor de la asociación entre Europa y EEUU", escribió el noruego.

En las primeras horas tras la victoria del empresario, los europeos fueron prudentes, pero el tono se ha endurecido con el paso de los días, conscientes de que algunas de sus promesas podrían cortocircuitar la relación bilateral justo en el momento más crítico de la historia reciente en Europa.

De hecho, los ministros de Exteriores de la UE se reunieron ayer por la noche para discutir el impacto de la llegada de Donald Trump en áreas sensibles como Irán, las relaciones con Rusia o el conflicto en Ucrania. La cena, convocada tras su victoria, buscaba analizar el impacto de la llegada del republicano en estas áreas, en las que europeos y estadounidenses colaboraron estrechamente en la era Obama.

Por primera vez en mucho tiempo, en las cancillerías europeas no saben qué esperar de la nueva Administración. Europa se debe preparar para una política exterior estadounidense "menos predecible", avisó el ministro de Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier.

"La elección de Trump plantea el riesgo de alterar las relaciones intercontinentales en sus fundamentos y en su estructura", advirtió el viernes el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, preocupado por el posible impacto en el apartado de seguridad. Como indicó, los europeos tienen ahora la tarea de enseñar al republicano "qué es Europa y cómo funciona".

Pero para bailar un tango hace faltan dos. Por eso, el mensaje que Europa está enviando a Trump es que los esfuerzos tienen que llegar desde ambos lados del Atlántico. "La UE es un socio fuerte y fiable y continuará siéndolo", comentó tras la victoria el coordinador de los líderes de los 28 Estados miembros, el presidente del Consejo Europeo Donald Tusk. "Esperamos lo mismo por parte de América y su nuevo presidente", avisó el polaco.

Las presiones se han redoblado porque a este lado del Atlántico son conscientes de que Trump puede anotarse algunos de los tantos de la larga lista de promesas que realizó en el terreno de las relaciones con Europa. En el terreno doméstico ya ha corregido el tiro en áreas importantes al indicar que salvará parte de la reforma sanitaria de Obama que tanto vilipendió. En el campo exterior, dinamitar el acuerdo con Irán puede agitar más una región demasiado convulsa, como le puede aconsejar uno de los curtidos candidatos que suenan para el puesto de secretario de Estado, como John Bolton (exembajador ante las Naciones Unidas con George Bush), o Stanley McChrystal (el comandante de la Alianza en Afganistán).

Sin embargo, sí puede disparar con más facilidad contra el moribundo acuerdo comercial con Europa, el TTIP por sus siglas en inglés, que han negociado Bruselas y Washington desde 2013; tiene argumentos para pinchar a la OTAN, e incluso cuenta con antecedentes para salirse del acuerdo global de París para reducir el cambio climático. El pasado viernes, la comisaria de Comercio de la UE, Cecilia Malmstrom, ya admitió que TTIP se quedaba de momento "en el congelador".

Respecto a la OTAN, una alianza que Trump tachó de "obsoleta" y de costar a EEUU "una fortuna" durante la campaña, Stoltenberg admitió que parte de las quejas tienen fundamento. Dado que las contribuciones de EEUU representan alrededor del 70% del presupuesto de la Alianza, el secretario general indicó ayer que "en estos tiempos inciertos necesitamos un liderazgo americano fuerte, y necesitamos que los europeos compartan su parte justa de la carga".

En la lucha contra el calentamiento global, EEUU ya se quedó a las puertas de adherirse al protocolo de Kioto, firmado por el entonces presidente Bill Clinton pero nunca ratificado por el Congreso de EEUU.

Más aún, expertos advierten que Trump podría aprovechar atajos legales para saltarse los cuatro años de espera que requiere salirse del acuerdo de París.

Para ello, podría abandonar directamente el acuerdo marco precedente, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Este procedimiento sólo requiere un año, pero implicaría cortar con un acuerdo alcanzado bajo el mandato de un presidente republicano (Bush padre), ratificado por el Senado y con un "coste político mucho mayor", declaró a Reuters Daniel Bodansky, profesor de la Universidad de Arizona.

Las instituciones comunitarias llevan tiempo criticando el juego de culpas desplegado por las capitales europeas, las cuales sitúan a Bruselas como el chivo expiatorio frente al hartazgo ciudadano que no para de crecer desde que la crisis estallara hace casi una década. Ahora, toda Europa se expone a representar ese rol de cabeza de turco, en el amplio coro de culpables (inmigrantes, musulmanes, China, México, acuerdos comerciales,?) que Trump ha pintado para explicar esa brecha entre ganadores y perdedores. El coste de su mitología particular para la relación más sólida del planeta dependerá de cuantas de sus promesas se hagan realidad.

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