Economía

Cuando Rajoy sucedió a Rajoy

En el nuevo Gobierno, la novedad principal es que Rajoy sigue reteniendo el poder económico. Ya sea por mantener el statu quo entre Guindos y Montoro o porque ha comprobado en estos años que la marcha de la economía es crucial para su mandato. Rajoy retiene la presidencia de la Comisión Delegada de Asuntos Económicos y elude, una vez más, nombrar un vicepresidente del ramo.

El poder económico queda así muy fragmentado. Guindos suma la cartera de Industria, pero pierde el área energética y la agenda digital, los dos asuntos de mayor fundamento, en favor de Álvaro Nadal. Una decisión lógica, ya que fue él quien desde la Oficina Económica de Moncloa animó a su hermano Alberto a asumir la Secretaría de Estado de Energía. Luego, ambos compartieron los sinsabores de su reestructuración.

Los Nadal conocen a fondo la materia energética, la dominan, y con mayor o menor acierto, hay que reconocerles el mérito de acabar con el déficit del sector eléctrico, que llegó a superar los 25.000 millones y amenazaba con derrumbar la economía entera.

Montoro es también un profundo conocedor de la Hacienda. Lleva más de una década al frente de esta cartera, si se tiene en cuenta la etapa de Aznar, y se sabe al dedillo cómo funcionan las administraciones, porque es el hombre encargado de recortar su tamaño. Un trabajo ingrato, que luce muy poco, como él reconoce: "Soy siempre como el malo de la pelicula".

Uno de los talones de Aquiles de su gestión en la última legislatura fue la reforma de la financiación autonómica, mil veces prometida y otras tantas aplazada. El motivo es político. Nunca venía bien a Rajoy con su enfrentamiento con los últimos gobiernos catalanes. Por eso, las relaciones con las autonomías pasan a la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, que continúa siendo la mano derecha de Rajoy.

Santamaria cede la portavocía a Íñigo Méndez de Vigo, el único ministro de Educación que supo meterse en el bolsillo a los de la ceja, como se vio en el último Festival de San Sebastián, cuando salió al escenario para cantar a dúo con Ángela Molina. Méndez de Vigo es un hombre clave para ganarse el apoyo de los socialistas al gran pacto por la educación, que prometió llevar a cabo Rajoy. Sin duda, es una de las apuestas más firmes del recién estrenado Gabinete.

Santamaría perderá los temas de comunicación y de relación con los medios, que pasarán a depender del nuevo portavoz. Tendrá menos visibilidad ante los ciudadanos y ganará en discreción para forjar acuerdos y poner orden en el lío autonómico, uno de los aspectos vitales y más urgentes. Algunos lo interpretan como una manera de preservarla para acometer mayores empresas en el futuro.

Quizá ello explique que, finalmente, haya mantenido el control sobre el CNI, que, al parecer, reclamaba Cospedal, la flamante ministra de Defensa. Además, seguirá al mando de la Comisión Delegada de Asuntos Económicos en ausencia del presidente.

Dicen que una reivindicación del exalcalde de Santander, Íñigo de la Serna, es que Fomento fuera dirigido por un ingeniero de caminos. Lo que quizá no imaginó cuando bromeaba con este tema es que iba a ser el elegido. El nuevo ministro de Fomento e ingeniero de caminos, como pedía, hereda un montón de problemas.

Las autopistas de peaje de acceso a Madrid están a punto de ser intervenidas; las obras del AVE o del Corredor Mediterráneo marchan a paso de tortuga por culpa de la burocracia y, para más inri, el resto de infraestructuras apenas tiene presupuesto. De la Serna será el primer interesado en acabar la Y vasca para llevar el AVE a Santander a través de Bilbao. Una reivindicación clave para atraer al PNV como socio en el Congreso.

Rajoy acierta al prorrogar a las ministras de Empleo y de Agricultura. Fátima Bañez es la autora de la reforma laboral, que generó un millón de empleos; mientras que Isabel García Tejerina supo dar continuidad al buen hacer en estos asuntos de su antecesor, Miguel Arias Cañete.

También hace bien en despedir a Margallo, tras las constantes salidas de tono impropias del jefe de la Diplomacia y del estrepitoso fracaso de la Marca España. Así como a Pedro Morenés, después de que el último informe del Tribunal de Cuentas arrojara muchas dudas sobre el destino sin justificar de cientos de millones en compras exprés, tanto por el exministro como por su secretario de Estado, Pedro Argüelles.

Quien debería dimitir de inmediato es el senador de Podemos, Ramón Espinar, después de formar parte de la trama de Miguel Blesa en Caja Madrid. La pertenencia de su padre al consejo de la entidad le hizo ser seleccionado para una vivienda oficial, con la que especuló para dar un pequeño pelotazo de 20.000 euros. Una práctica por la que Pablo Iglesias pedía la dimisión de Rajoy y ahora ni se inmuta. ¡Estoy indignado!

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky