Economía

El laborismo reabre el debate del Brexit y promete bloquearlo

  • May retoma su actividad con obligación de dar respuestas
Owen Smith, durante un mitin en Manchester. Imagen de Reuters

El aspirante a desbancar a Jeremy Corbyn al frente del Laborismo británico se encargó ayer de perturbar el regreso de vacaciones de la primera ministra, Theresa May, a quien transmitió su determinación de impedir la activación oficial del Brexit si el proceso no lleva aparejado un segundo referéndum para ratificar la negociación de salida o unas generales que le den luz verde.

Owen Smith se ha desmarcado así del posicionamiento del todavía líder, quien mantiene que el Parlamento tendrá que "gestionar" el veredicto de las urnas. A pesar de que las quinielas le niegan cualquier posibilidad de desbancar a Corbyn, adorado por las bases, pero no por el apartado del partido y, mucho menos, por el grupo parlamentario, Smith confía en que un discurso más centrista y, sobre todo, la apelación a los votantes de izquierda descontentos con el resultado del 23 de junio le permitan ganar enteros para una batalla por el timón que se resolverá en menos de un mes.

Frente a la aproximación categórica de Theresa May de que "Brexit significa Brexit", Smith considera que los electores fueron engañados durante la campaña del plebiscito y, en consecuencia, que es necesaria su conformidad con la fórmula que finalmente se acuerde para romper con la Unión Europea. El problema es que ésta continúa constituyendo una incógnita, por lo que el candidato al cetro laborista ha prometido "luchar con uñas y dientes" para mantener a Reino Unido en el club de los Veintiocho.

Sus opciones son tan limitadas como las de hacerse con la dirección del partido, pero si algo ha demostrado la política británica en los últimos meses es el fracaso de las predicciones: hace un año nadie se atrevía a situar a Corbyn al frente de la oposición y tres meses atrás, pensar que Londres rompería con la UE pertenecía al territorio de la política-ficción.

La apuesta estratégica de reabrir el debate del referéndum podría encontrar eco en una sociedad dividida como la británica, sobre todo dada la negativa de May a estimar plazos para una salida cuyo arranque podría retrasarse hasta finales del año próximo, pese al descontento de la línea dura de los conservadores, que quieren pulsar el botón cuanto antes.

El desafío, de hecho, va más allá de las aspiraciones de Smith, puesto que la premier tendrá que hacer frente a la decisión de un tribunal acerca de si le compete al Parlamento, o no, activar el inédito artículo 50 del Tratado de Lisboa que iniciará un proceso que, a priori, debería durar dos años.

El Gobierno rechaza que el procedimiento descanse en el Legislativo, pero es consciente de la delicadeza de la sentencia judicial, que se conocerá en octubre, puesto que más de dos tercios de la Cámara de los Comunes estaba en contra de la ruptura con el bloque, incluyendo a la primera ministra antes de mudarse al Número 10.

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