
Tras varios años de apretarse el cinturón a través de distintas medidas de austeridad, los estímulos fiscales a lo largo del mundo intentan reducir la adicción de los mercados a las políticas monetarias ultraacomodaticias adoptadas hasta la fecha. Tanto Japón como Corea o Canadá ya han dado a conocer planes que incluyen a un mayor gasto público mientras que Estados Unidos y Reino Unido podrían sumarse pronto a estas medidas. Sin embargo, estas medidas no suponen una panacea y sólo en casos específicos son el complemento adecuado para evitar la deflación.
"Existen límites, especialmente en muchas economías avanzadas sobre el margen para implementar un estímulo fiscal considerable", explica Athanasios Vamvakidis, estratega de Bank of America Merrill Lynch. "La decepción en los mercados está garantizada si las expectativas son tan elevadas como hasta ahora", señala al tiempo que considera que una mayor expansión fiscal reducirá los estímulos monetarios y acabará por fortalecer algunas divisas.
En este sentido, es importante tener en cuenta que buena parte de las mayores economías desarrolladas cuentan con elevados niveles de deuda pública, con Japón liderando el ranking seguido de lejos por EEUU, la Eurozona y Reino Unido. "Los únicos países dentro del G10 con un apalancamiento bajo y con margen sustancial para implementar una expansión fiscal, son demasiado pequeños como para tener un impacto en la economía global", aclara Vamvakidis, haciendo referencia a Australia, Nueva Zelanda, Noruega, Suecia o Suiza. "Según nuestras estimaciones el impacto de los estímulos fiscales será limitado en países con un alto nivel de deuda pública", incide.
Aún así, es cierto, que los gestores de fondos a nivel global consideran que la política fiscal sigue siendo "demasiado restrictiva" según el último sondeo realizado por BofAML, que registró un récord de opiniones que así lo considera. Sin embargo, después de que el G20 y el Fondo Monetario Internacional instasen a tomar "políticas fiscales favorables para el crecimiento", hemos visto como los vientos a nivel global soplan en dicha dirección.
Tanto Donald Trump como Hillary Clinton, los aspirantes a ocupar la Casa Blanca el próximo 8 de noviembre, han propuesto planes de inversión en infraestructura y otras medidas fiscales. España y Portugal se han beneficiado del margen ofrecido por Bruselas en lo que a cumplir el déficit se refiere mientras Reino Unido sopesa nuevos estímulos tras la votación a favor del Brexit.
Michael Hanson, economista de BofAML, se desmarca de su colega Vamvakidis y señala en un análisis paralelo que aunque las preocupaciones sobre el elevado endeudamiento público de algunas economías avanzadas "es legítimo", no debemos olvidar que durante los últimos años las medidas de austeridad han incrementado en algunos casos los niveles de deuda con respecto al PIB.
"A medida que los países se han centrado en una política fiscal que respalda el crecimiento, el ratio de deuda con respecto el PIB se ha estabilizado e incluso ha caído", enfatiza. Para Hanson, el bajo coste actual de financiación permite incrementar el gasto público sin poner en peligro la sostenibilidad de los niveles de deuda de algunas economías avanzadas.
En el caso europeo, las expectativas de estímulos fiscales siguen siendo mixtas. Los economistas de BofAML afirman que recortes del IVA y de impuestos sobre la vivienda junto con un incremento en la inversión en infraestructura serían las opciones más efectivas. De todas formas recuerdan que en el último año, el impulso en el gasto público de la eurozona ha regresado a terreno positivo, hasta alcanzar aproximadamente el 1% del PIB, un ritmo similar al precedente a la crisis y cercano al de EEUU en los últimos trimestres.