
España lidera el crecimiento entre las grandes economías de la zona euro. Ni la ausencia de Gobierno, que se prolonga ya ocho meses, ni la amenaza de multa por parte de Bruselas han hecho mella, al menos de momento, en la inercia de la economía doméstica, que avanza un 0,7 por ciento en el segundo trimestre y más que duplica el ritmo medio de la zona euro, que cerró el periodo entre abril y junio con un incremento del PIB del 0,3 por ciento, una cifra moderada en comparación con el 0,6 por ciento de avance del trimestre anterior.
En relación con el mismo trimestre de 2015, el crecimiento del PIB de la zona euro alcanzó el 1,6 por ciento, una décima por debajo de la expansión interanual registrada en los tres primeros meses de 2016, según los datos de Eurostat.
Varios datos explican esa ralentización, reflejo de que la recuperación del Viejo Continente no es todavía un proceso consolidado ni exento de riesgos. De un lado, el estancamiento de Francia e Italia, segunda y tercera economías de la zona euro, que cerraron el periodo entre abril y junio con crecimiento cero. Del otro, el heterogénero comportamiento entre países que, no obstante, tuvieron un denominador común en la evolución del segundo trimestre: todos esquivaron la contracción.
Una circunstancia que, aunque arroja luz entre las sombras, no despeja la incertidumbre alrededor del todavía impredecible proceso de salida de Reino Unido de la Unión Europea, que en todo caso podrá leerse en los próximos datos, ya que hay que recordar que la consulta del Brexit se celebró el 23 de junio, cuando el periodo analizado en esta ocasión toca a su fin.
España, plata
El PIB español es el segundo que más ha crecido de la eurozona -sólo por detrás de Eslovaquia-, con una mejora del 0,7 por ciento, que ya adelantó a finales de julio el Instituto Nacional de Estadística. El dato supone una décima menos que el de los tres trimestres anteriores y suma una progresión del 3,2 por ciento respecto al año anterior, dos décimas por debajo del primer trimestre en tasa anual. Se trata, por tanto, de una suave desaceleración, que sin embargo tira de la recuperación de la zona euro pese a la coyuntura política, el elevado endeudamiento y la asignatura pendiente del desempleo, que sigue muy por encima de los registros medios de la zona. De hecho, en comparación interanual, España también crece el doble de la media de la eurozona.
Aunque todas las economías salvaron los números rojos, lo hicieron con cifras muy dispares. Desde el parón antes señalado de París y Roma al crecimiento intertrimestral de Eslovaquia, que lidera el avance de los países con la moneda común, con el 0,9 por ciento. De hecho, de los 15 países de la eurozona que han publicado datos, la tasa mejoró el segundo trimestre en cinco miembros (Bélgica, Estonia, Grecia, Letonia y Eslovaquia), mientras se mantuvo estable en Países Bajos y Portugal. Por contra, el ritmo se desaceleró en ocho países, llegando al estancamiento en Francia, Italia y Austria, que perdieron siete, tres y seis décimas, respectivamente.
Especialmente relevante es en los dos primeros, por su peso en el conjunto de la zona euro. ¿Las causas? En el caso del país galo, los expertos atribuyen el frenazo a la debilidad de la demanda interna, que no se pudo compensar por el sector exterior, que sumó tres décimas al PIB. Un mal similar al que sufre Roma, donde las políticas de Mateo Renzi están resultando insuficientes para tirar del carro.
Fuera del euro
En el conjunto de la Unión Europea, el PIB creció un 0,4 por ciento en el segundo trimestre, una décima menos que en los tres meses anteriores, mientras que el dato interanual refleja una expansión del 1,8 por ciento, en línea con el crecimiento del trimestre precedente.
Fuera de la moneda común, Reino Unido se anotó un incremento intertrimestral del 0,6 por ciento, dos décimas más que el trimestre anterior, y fue la única de las grandes economías comunitarias que se acercó a la española.