El arranque de la semana grande de los demócratas, que culminará el jueves con la coronación de Hillary Clinton como su nominada a la Casa Blanca, la primera vez que una mujer logra esta hazaña, se ha visto salpicada por la filtración vía Wikileaks de más de dos docenas de miles de correos electrónicos de la cúpula del partido. Un escándalo donde se evidencia la falta de apoyo de Comité Nacional Demócrata a la campaña del senador de Vermont, Bernie Sanders.
Un hecho que se ha cobrado ya la dimisión de la presidenta del partido Debbie Wasserman Schultz y que ha puesto de manifiesto como el cisma dentro del partido demócrata es evidente. Si la semana pasada en Cleveland, los republicanos intentaron arropar a su nominado, el polémico Donald Trump, durante los próximo días serán los aliados de Clinton los encargados de ofrecer una imagen de unión dentro del partido, especialmente con el ala más progresista de los demócratas.
Un bastión liderado por Sanders, que esta noche será el plato fuerte de la jornada junto con la senadora por Massachusetts, Elizabeth Warren, también considerada un fuerza progresista dentro del partido y la primera dama, Michelle Obama. Mientras tanto, en las calles de Filadelfia, ciudad que acoge la celebración de la Convención Nacional Demócrata, los ciudadanos que apoyan al senador de Vermont han tomado las calles desde el pasado fin de semana para manifestar su falta de sintonía con el partido.
"La administración de Clinton será como la de Obama, quizás algo más conservadora", explica a este periódico Jerry Rooney, quien junto a su mujer buscan apoyar a Sanders durante la Convención Nacional Demócrata en Filadelfia. "Creo que porque Hillary tiene una gran maquinaria que la respalda podría lograr más con su agenda que Obama pero esta no deja de ser una agenda dictada por las corporaciones", incide.
Otra de las claves que han generado polémica entre los votantes demócratas son los conocidos como superdelegados. Estos miembros del partido, que incluyen a oficiales electos y otras figuras de responsabilidad, pueden apoyar al candidato de su elección, independientemente del voto popular, un hecho que para muchos ha distorsionado las primarias. "Previene que el candidato del pueblo pueda ser elegido y permite que las corporaciones sigan al mando", señala Rooney.
Precisamente, durante un discurso el lunes a sus delegados antes de la convención, Sanders recordó que pese a haberse quedado corto en número de delegados, su campaña generó una gran euforia popular. Aún así, al contrario que el senador republicano, Ted Cruz, la semana pasada, quien se negó en respaldar a Donald Trump como nominado, Sanders animó a sus seguidores "a apoyar a Clinton", entre los vítores de los presentes que gritaban "queremos a Sanders".
Clinton celebrará su coronación con cierto sabor amargo entre el ala progresista del partido, que considera que la elección de Tim Kaine, senador de Virginia, como vicepresidente, ha ignorado auge popular de Sanders y otros miembros del partido, como la propia Elizabeth Warren. Él mismo se autocalifica como una persona ?aburrida? aunque muchos analistas lo consideran el candidato perfecto para la candidatura junto a Clinton. Católico y demócrata conservador es difícil que su elección entusiasme al ala más progresista del partido, como ya han demostrado las protestas llevadas a cabo en Filadelfia.
Tras la celebración la semana pasada de la Convención Nacional Republicana en Cleveland, Trump adelanta a Clinton en cinco de las ocho encuestas publicadas durante las últimas jornadas. Según la media que realiza el portal RealClear Politics, en estos momentos el republicano cuenta con una ventaja de dos décimas, con el 44,1% del favor popular frente al 43,9% que apoya a Clinton. Algo que pone de manifiesto que la carrera a la Casa Blanca se promete ajustada y podría generar sorpresas.