
Ignacio Fernández Toxo, el líder de CCOO, es un hombre de aspecto sosegado y tranquilo, de firmes convicciones, y un fino analista de la actualidad que tiene una posición perfectamente conformada de los asuntos que preocupan a los ciudadanos y no da puntada sin hilo.
La entrevista, que se iba a realizar en la sede del sindicato en Madrid, finalmente, por un problema de saturación en su agenda, se hace por teléfono horas después de que el Congreso de los Diputados diera el pistoletazo de salida a la XII Legislatura.
A pesar de la distancia ideológica que le separa del PP, dice que Ana Pastor es una mujer de diálogo y consenso, de las personas de mejor talante de esa formación, y augura que hará un buen trabajo en la Cámara Baja. Eso sí, no oculta su preocupación por la parálisis institucional, política y económica en la que se encuentra el país, desde las elecciones de diciembre, y cree que habrá un Gobierno de derechas aunque se unan extraños compañeros, como los nacionalistas.
Se lamenta de que los partidos de izquierdas no hayan sabido gestionar lo que les dijeron las urnas y señala que cuando las oportunidades se pierden es muy difícil recuperarlas. Insiste en que es posible hacer una reforma laboral consensuada, advierte de un estallido social, si continúan creciendo las desigualdades, y descarta de momento un escenario de huelga general. No despeja la incógnita de si se presentará a la reelección pero reconoce que tiene ganas y no está cansado.
El hecho de que la mesa del Congreso se haya elegido con el apoyo no sólo de Ciudadanos sino también de los nacionalistas, ¿abre una posibilidad de que finalmente tengamos Gobierno?
Todo apunta a que hay una mayoría de centroderecha en el Congreso, que se expresó en la composición de la mesa y -si no es sólo un hecho puntual que tiene que ver con alguna concesión- puede haber una investidura rápida y la formación de un Gobierno.
¿Qué le parece Ana Pastor como presidenta del Congreso?
Es una persona con la que en CCOO tenemos una buena relación. De las que podía ofrecer el PP, es la de mejor talante, sabe dialogar y pactar, y puede hacer un buen trabajo en la Cámara Baja.
Sea como fuere, si Rajoy llega a ser presidente tendrá que negociar sí o sí, ¿o vamos a una legislatura corta y complicada de repetición de elecciones en un año?
El resultado de las urnas refleja que en las dos últimas convocatorias electorales el PP ha sufrido un desgaste muy fuerte, que se materializa en la pérdida de 49 escaños. Ese bajón se debe en parte a la corrupción y en parte a la gestión que ha hecho el Gobierno de la crisis y sus efectos devastadores. Si consigue formar Gobierno, es de esperar que Rajoy rectifique el rumbo de las políticas.
De entrada, ya ha dicho que para conseguir aliados está dispuesto o bien a derogar o bien a modificar la reforma laboral, una de las medidas estrella de la otra legislatura, ¿ese no es un síntoma?
Si hay Gobierno del PP se hace más difícil la derogación, pero puede haber una modificación. La reforma laboral, tanto la de 2010 como la de 2012, pero sobre todo la última, por su carácter sistémico, han sido tremendamente lesivas para la economía, para el mercado de trabajo y para los intereses de los trabajadores. No caben reformas cosméticas, sino la recomposición del marco de derechos laborales que habíamos construido en democracia en nuestro país. Que el PP esté dispuesto a hablar de la reforma laboral para su modificación es importante, pero habrá que ver en qué intensidad y con qué objetivo se quiere hacer.
¿Y esa modificación sí o sí debe hacerse de acuerdo con los agentes sociales, con usted y con los empresarios?
Una reforma laboral pactada es posible en nuestro país. Ahora no sería aceptable una nueva reforma unilateral como la del año 2012. Las relaciones de trabajo o se consensúan con la intervención directa de los representantes de los trabajadores y de las empresas o tienen un escaso recorrido y pueden hasta provocar traumas sociales que no son deseables. España necesita recomponer el marco de relaciones laborales y apostar por un cambio de modelo productivo. Esto hay que hacerlo desde un fuerte consenso político y social.
¿Qué aspectos eliminaría de la actual reforma laboral y en qué se podría mejorar?
Las organizaciones sindicales y empresariales de este país tienen una larga tradición de acuerdos, incluso desde las discrepancias radicales. Eso, trasladado al ámbito de la política, podría hacer posible la configuración de pactos de Estado sobre derechos del mundo del trabajo, educación, sanidad, etc. No me resigno a pensar que España tiene que estar permanentemente en las trincheras, como parece que está en este momento. La reforma laboral ha sido sistémica, ha tocado todas las piezas del Estatuto de los trabajadores. Habría que recomponer totalmente el papel de la negociación colectiva, las formas de contratación y despido. Ese es el trípode sobre el que se debe asentar una relación de trabajo equilibrada entre empresarios y trabajadores.
Usted ha avisado del riesgo de un estallido social, ¿se han planteado convocar una nueva huelga general nada más configurarse el Gobierno, como hicieron la otra vez?
Yo no he amenazado con un estallido social, en absoluto, simplemente constataba que estamos dejando atrás la recesión, pero los efectos de la crisis están muy presentes. Las grandes convulsiones sociales no se producen en los momentos más duros de las crisis económicas. Es cuando empieza la recuperación, y crecen las desigualdades, cuando cualquier chispazo enciende la mecha y el estallido social se produce. Con cinco millones de personas en paro, dos millones cien mil hogares donde o no entra ninguna renta o las que entran les sitúan por debajo del umbral de la pobreza, o se corrigen las profundas desigualdades o tenemos un problema de democracia y de estabilidad social.
¿Comisiones Obreras se plantea convocar una huelga general a corto o medio plazo, o no?
La huelga es un instrumento que la Constitución ha puesto a disposición de los trabajadores y trabajadoras que conviene utilizar con mesura, con moderación y en los momentos adecuados. Comisiones Obreras no está organizando, en estos momentos, una huelga general ni a corto ni a medio plazo. La rectificación de las políticas que se han practicado hasta ahora puede vacunar a la sociedad española frente al riesgo del estallido social y prevenir también la huelga general.
¿Es cierto que Podemos fracasó en su intento de formar un sindicato y ahora quieren tomar por asalto Comisiones Obreras?
Podemos habrá entendido, ya hace tiempo, que el sindicato del partido es una antigualla que no se corresponde con los momentos que vive la sociedad española ni la europea. Sindicatos ideologizados, dependientes y sujetos a la estrategia de un partido son de corto recorrido.
¿O sea que no es verdad, como dice Rosell, que primero Podemos ha fagocitado a IU y ahora el objetivo sea CCOO?
Yo no he oído a Juan Rosell decir esto en ningún sitio. Izquierda Unida sigue existiendo y no veo a Podemos en una ofensiva para hacerse con el control de Comisiones Obreras que, además, sería inútil.
Pues al final, para muchos, el resultado electoral de la suma Podemos-IU, cuyo programa ustedes compartían, ha sido un fiasco?
Podemos, Izquierda Unida o el PSOE comparten con nosotros muchas propuestas de política económica. La izquierda ha tenido una oportunidad que no ha sabido aprovechar a partir del resultado de las elecciones del 20 de diciembre. Cuando las oportunidades pasan por delante de tu casa y no las aprovechas, luego tardan mucho en presentarse de nuevo. Es evidente que ni Podemos ni el PSOE han sabido gestionar el resultado del 20-D, pero ir a unas terceras elecciones por incapacidad para formar Gobierno, en este momento, sería un desastre.
¿En qué sentido?
No podemos esperar más. Son muchos meses de Gobierno en funciones, con una semi-parálisis institucional, sin tomar medidas, con la amenaza de una multa desde la UE, y nuevos ajustes que pueden empobrecer todavía más a la sociedad. Es necesario tomar iniciativa política y pasar a la ofensiva.
¿Ha sido un éxito o un fracaso la unión de IU y Podemos, cuando no se ha podido dar el 'sorpasso'?
El riesgo después del fracaso de la investidura tras las primeras elecciones era una abstención de votantes de izquierda, y esto se materializó. El espejismo que se generó a partir de la integración en una sola candidatura de Izquierda Unida y Podemos llegó a hacer pensar que esa situación no iba a tener impacto, pero lo ha tenido porque uno más uno, no han sido dos, y como mucho han mantenido el resultado que, globalmente por separado, habían logrado. Dicho esto, no deja de ser un éxito que una formación como Podemos, que tiene apenas dos años de historia, se haya situado junto a Izquierda Unida con 71 escaños en el Parlamento.
Pero admita que el riesgo de que IU sea definitivamente fagocitada es cada vez mayor?
A mí no me parece mal avanzar en procesos de confluencia, la cuestión es para qué se utiliza esa confluencia, y eso, tanto IU como Podemos no lo pueden olvidar.
¿Usted está dispuesto a volver a liderar el mayor sindicato de España o va a promover la renovación?
Estamos en el proceso de preparación del Congreso Confederal y hay un debate muy intenso dentro de la organización en relación con los cambios a impulsar. No quiero que el sindicato se despiste con debates nominalistas sobre quienes le van a dirigir. Esa es una segunda fase ya muy próxima al Congreso.
¿Pero tiene ganas de seguir, después de estos ocho años?
Me siento capacitado y con ganas. Soy consciente de la edad que tengo y de las necesidades del sindicato. Yo sé que las organizaciones tienen que renovarse, y CCOO no ha dejado de hacerlo, pero si no tuviera ganas de estar aquí no estaría asumiendo esta responsabilidad.
Volviendo al tema político, ¿el apoyo de CDC y el PNV al PP a cambio de formar grupo propio ha costado millón y medio de euros?
Creo que hay intereses que llevan a extraños pactos, o no tan extraños, porque la confluencia programática de la antigua Convergencia con el PP ha sido intensa en estos cuatro años de legislatura, más allá del contencioso político por la deriva independentista. Han confluido a la hora de votar la reforma laboral y prácticamente todas las leyes que se han puesto en marcha y no afectaban a los temas identitarios. La política hace extraños compañeros de viaje.
¿Es cierto que el sistema de pensiones está en peligro y que, como mucho, están garantizadas 15 años?
El sistema de pensiones no está en peligro si se hacen las cosas que hay que hacer. Conviene no alarmar a los ciudadanos y hay cenáculos donde se están impulsando voces de alarma con el objetivo de que se suscriban seguros privados para complementar la pensión. Necesitamos un plan de choque para activar la economía y el empleo, porque una tasa de desempleo tan alta es un riesgo para el sistema de pensiones. La calidad del empleo es fundamental, porque determina la calidad de las cotizaciones que entran a la Seguridad Social. Tenemos que desarrollar los compromisos del acuerdo que hicimos en el año 2011 en materia de bases de cotización, el salario mínimo interprofesional tiene que subir y hay que aportar recursos desde los impuestos. Nuestro problema fundamental en materia de pensiones se va a presentar en el año 2040, y hay margen de tiempo suficiente para darle esa solidez en los ingresos al sistema.
¿El salario mínimo puede ser de 800 euros al mes el año que viene, y llegar a los 950 al final de la legislatura, como dijo usted, o es tirar por lo alto?
Un salario mínimo de 800 euros al mes es una propuesta absolutamente razonable, y razonada. No tenemos la mitad de la productividad que tiene la economía francesa y, sin embargo, tenemos un salario mínimo que está situado en la mitad, más o menos, del francés. Por otra parte, no sólo el salario mínimo, el conjunto de los salarios deben incrementarse para impulsar el crecimiento de la actividad económica. Es falso que contrayendo los salarios vamos a hacer crecer el empleo, la demanda interna se asienta en más de un 60% de la capacidad de consumo de las familias españolas.
Pero los datos últimos de creación de empleo no son malos y usted dice que hasta el 2021 no se recuperará el nivel de empleo previo a la crisis, ¿por qué?
Los datos últimos de desempleo ocultan la realidad del mercado de trabajo. Se está produciendo una corrección estadística del desempleo. Tenemos menos población activa, casi la misma gente trabajando ahora que teníamos en el año 2011, y en algunos casos hay trimestres donde se trabaja menos horas que en los mismos trimestres de los años anteriores. Estamos asistiendo a un reparto espurio del trabajo a base de degradar las condiciones de salario y de trabajo de la gente, sobre todo de las mujeres que son factor de la pobreza laboral.
¿Cómo se cumple el objetivo adicional de seis mil millones de euros que pide Bruselas?
Necesitamos un Gobierno sólido que intente renegociar nuevas condiciones para la consolidación fiscal. Si las autoridades de Bruselas, como sucede con Portugal, se empecinan en que España corra a hacer un ajuste imposible, nos está colocando en una situación próxima al abismo. España necesita un calendario distinto, y no se pueden aplicar medidas de ajuste. El déficit público no es bueno, hay que reducirlo, pero España necesita tiempo y flexibilidad para llegar a un equilibrio fiscal.
Usted propone subir impuestos a las Sicav, el IRPF a los que más ganan, y bajar impuestos indirectos, como el IVA en productos de primera necesidad, ¿quiere que se revise todo el sistema fiscal?
España necesita una profunda reforma fiscal, no para la reducción de los ingresos fiscales, como se ha venido haciendo, sino para el incremento de los recursos públicos. Hay que recomponer la dieta fiscal española. Por ejemplo, el impuesto de sociedades tiene una potencia recaudatoria que va mucho más allá de lo que se está recaudando. Tenemos un nominal del 30%, pero las grandes empresas no tributan más allá de una media del 5%. Hay que eliminar toda esa batería de bonificaciones, exenciones, formas de ingeniería fiscal que llevan, por ejemplo, a empresas como Amazon, Google, u otras a tributar cantidades miserables a la Hacienda Pública Española. Las rentas del capital tienen que equiparar su tributación a las rentas del trabajo.
¿Las Administraciones Públicas, las Diputaciones y los Ayuntamientos se han convertido en la ?cueva de Alí Babá? para la corrupción?
En su día hubo una apuesta alrededor de la reforma de la ley del suelo que propició el surgimiento y el crecimiento de una forma de economía muy vinculada a la corrupción. Ese maridaje casi perfecto entre la especulación financiera y la inmobiliaria ha sido un auténtico desastre. La corrupción ha sido un cáncer terrible, y un sistema judicial que dilata los procedimientos tampoco ha ayudado a hacer pedagogía.
Por último, dígame, ¿es optimista sobre que podrán elaborarse unos nuevos Presupuestos y presentarse en tiempo y forma?
Es necesario salir de esta situación de incertidumbre que dificulta atender problemas prioritarios. No podemos tener un nivel de parálisis como este durante mucho más tiempo y no sólo por los Presupuestos, sino porque me temo que vamos a tener un techo de gasto inferior al que tuvimos el año pasado. De momento el Gobierno ha decidido no disponer de créditos presupuestarios para la segunda mitad del año y esto no es un buen augurio para lo que puede venir en 2017.