
A falta de respuestas políticas a la altura de los desafíos, los bancos centrales se han convertido en los héroes involuntarios de las crisis recientes, reconoció hace tres años la directora gerente del FMI, Christine Lagarde. Por eso, estos actores volvieron a ocupar ayer la atención, sobre todo sus esfuerzos para intentar calmar a los mercados en un momento de máxima volatilidad tras confirmarse la salida del Reino Unido de la UE.
En este sentido, donde hay capitán no manda marinero y tras el anuncio de la dimisión del primer ministro británico, David Cameron, que no es inmediata, el encargado virtual de tomar el timón y navegar la economía británica entre las tumultuosas aguas de un Brexit es Mark Carney, el gobernador del Banco de Inglaterra. "Esperamos volatilidad tanto en los mercados como en la economía, pero estamos preparados", advertía Carney, quien ya se encargó de liderar el Banco de Canadá durante el tsunami provocado por la crisis financiera de 2008. En un intento por no hacer perder los nervios a los mercados, el gobernador del Banco de Inglaterra dijo que su equipo "ha tomado todos los pasos necesarios para prepararse para este evento" y no dudará en "tomar medidas adicionales para asumir nuestras responsabilidades".
De momento, ya existe un compromiso para inyectar 250.000 millones de libras esterlinas, o lo que es lo mismo, alrededor de 300.000 millones de euros, al sistema en busca de garantizar la liquidez. Un hecho que comulgó con el comunicado lanzado por los ministros de Finanzas y gobernadores de los bancos centrales del Grupo de los Siete, donde hubo un compromiso para garantizar niveles adecuados de liquidez y el buen funcionamiento de los mercados. "Estamos preparados para usar los instrumentos de liquidez establecidos para lograr este hecho", pudo leerse en el breve mensaje.
Desde Washington, Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional, también respaldaba el compromiso tanto del Banco de Inglaterra como del Banco Central Europeo por "proveer liquidez al sistema bancario y frenar el exceso de volatilidad financiera". En este sentido, quien fuera la ministra de Finanzas gala garantizó que el Fondo está preparado para echar un capote a sus miembros si fuera necesario.
"Creemos que los bancos centrales de todo el mundo mantendrán una actitud proactiva para mantener la estabilidad financiera, y muy probablemente esta sea la razón por la que la respuesta del mercado hasta el momento ha sido relativamente contenida", indica Andrew Bel- shaw, responsable de inversiones de Western Asset en Londres. Precisamente, serán las próximas acciones de los principales bancos centrales, junto con los siguientes pasos de los partidos políticos del Reino Unido y de Europa los que determinarán cuánto durará la volatilidad, así como los efectos a largo plazo de esta decisión.
Regina Borromeo, gestora de carteras en Brandywine Global, estima que los tipos de interés británicos permanezcan en niveles bajos durante bastante tiempo, en vista de los efectos colate- rales para el crecimiento, la confianza empresarial y los cambios en los planes de inversión. "Sin embargo, la debilidad de la divisa y unas acciones de política monetaria más acomodaticia por parte del Banco de Inglaterra deberían aupar las perspectivas de inflación", señala.
En Bank of Americal Merrill Lynch, Gilles Moec, su economista europeo, es más específico en los planes de Carney y sus chicos en los próximos meses. "Esperamos que la economía de Reino Unido caiga rápidamente en una recesión, por lo que el Banco de Inglaterra recortará tipos en 50 puntos básicos en julio y podría reiniciar potencialmente una ronda de compra de activos (QE, por sus siglas en inglés)", especificó en una nota a sus clientes.
El BCE también sale al paso
Tal y como se esperaba, el BCE publicó un escueto comunicado en el que se comprometió "a cumplir con sus responsabilidades de garantizar la estabilidad de los precios y la estabilidad financiera en la zona euro". Fráncfort añadió que está vigilando "de cerca" la actividad de los mercados, en estrecha comunicación con otros bancos centrales del planeta, y está listo para actuar aportando liquidez adicional en euros y otras divisas extranjeras en caso de que fuera necesario. El presidente del BCE, Mario Draghi, ya dijo esta semana que estaban preparados para todos los escenarios, aunque fuentes del eurobanco dudaron el mismo día del referéndum que fueran necesarias medidas adicionales para proveer liquidez a unos mercados que habían tenido tiempo para prepararse incluso para el peor escenario.
El BCE ha ultimado su respuesta al Brexit durante los últimos días en estrecha colaboración con otros bancos centrales, los jefes de las instituciones comunitarias y también con los bancos de la eurozona bajo su supervisión.
La institución "considera que el sistema bancario de la eurozona es resistente en términos de capital y de liquidez", decía el comunicado publicado ayer. Pero los heroicos esfuerzos del BCE y sus colegas de otras regiones puede que no sean suficientes para capear el temporal que se avecina. "Los bancos centrales son siempre la primera línea de defensa, y aunque pueden hacer algo para estabilizar la situación, no pueden alterar fundamentalmente una trayectoria negativa", advirtió el director del centro de análisis Bruegel, Guntram Wolf.
En declaraciones a Bloomberg comentó que la política monetaria va a tener que operar en un entorno de gran incertidumbre en los próximos días, y la toma de conciencia de que los sentimientos anti-europeos pueden conseguir ganar en otros lugares, como Francia u Holanda, "puede pesar en el sentimiento económico y traer de vuelta la posibilidad de una recesión".
A pesar de estos temores, la clase política europea confió ayer en que la salida firme y en bloque de los bancos centrales de todo el planeta sirviera para parar el primer tsunami, a la espera de la respuesta política más completa que den los líderes europeos en la cumbre del martes.
Por su parte, Lagarde saludó ayer la disposición mostrada por los bancos centrales mundiales de hacer "todo lo que fuera necesario" para garantizar la estabilidad de sus zonas monetarias. La presidenta del FMI ya avisó el pasado mes que un Brexit provocaría el colapso de las bolsas y una peligrosa caída de los precios de las viviendas.
En este contexto, los movimientos sufridos durante las últimas horas en las divisas, con la libra en niveles de 1985 y los inversores huyendo hacia activos refugio como el dólar y el yen, entorpecen los ya de por sí enrevesados planes de algunos bancos centrales. Entre ellos, el Banco de Japón, donde Haruhiko Kuroda vio como durante la madrugada del viernes el billete verde bordeó los 100 yenes. "Estoy extremadamente preocupado por el riesgo que el Brexit tendrá en la economía global, los mercados financieros y los mercados de divisas", dijo en una rueda de prensa, el ministro de Finanzas nipón, Taro Aso, atisbando la posibilidad de una intervención. Sin embargo, Kuroda se mostró algo más precavido: "El Banco de Japón monitoriza la situación y está preparado para proveer liquidez y cooperar con las distintas entidades tanto dentro como fuera de Japón", dijo en un breve comunicado. También hizo mención a las líneas de swap como herramienta para asegurar la estabilidad financiera.
Quién moverá ficha primero
Tal y como se presentan las cosas, el Banco de Japón será uno de los primeros en mover ficha, aunque no podemos olvidar que fue el Banco Nacional de Suiza el que ayer intervino su divisa "tras la presión alcista" sobre el franco suizo. De hecho, en un comunicado dicho banco central aseguró que "permanecerá activo" en el mercado de divisas para garantizar la estabilidad. El franco suizo llegó a tocar los 1,0624 en su cruce con el euro en su punto más álgido de la jornada.
John Normand, estratega de divisas en JP Morgan, considera que las autoridades niponas podrían reunirse la próxima semana aunque descarta una intervención unilateral. Dicho esto, espera nuevos estímulos por parte de Kuroda el próximo 29 de julio, no tanto por el Brexit sino por la baja inflación que acecha a la tercera mayor economía del mundo. Posteriormente, Normand espera una rebaja de 25 puntos básicos por parte del Banco de Inglaterra el próximo 4 de agosto y otra similar el 3 de noviembre "si la actividad empeora materialmente". Lo más sorprendente de todo es su proyección en lo que a la Reserva Federal se refiere, ya que espera que esta actúe el 21 de septiembre con una subida de 25 puntos básicos.
Un hecho que chirría con la nueva perspectiva de los operadores estadounidenses. Ante la hecatombe del Brexit, los futuros sobre cambios en la política monetaria en Estados Unidos indicaron que en estos momentos y dadas las circunstancias el mercado no espera ninguna subida de tipos este año.
Una opinión que no iría desencaminada, si tenemos en cuenta que algunos gobernadores de la Reserva Federal como James Bullard, presidente de la Fed de San Luís, consideran que sólo será necesaria una subida de tipos más hasta 2018 desde los niveles actuales. Durante las comparecencias en el Capitolio del pasado martes y miércoles, la presidenta de la Fed, Janet Yellen, ya advirtió sobre el impacto negativo que un Brexit tendría sobre la economía de Estados Unidos.
"Podría haber un periodo de volatilidad financiera en los mercados que afectaría negativamente las condiciones y las perspectivas económicas de EEUU", señaló al mismo tiempo que dijo que ella y sus funcionarios seguirán "cuidadosamente" estas repercusiones, que no debería provocar una recesión a este lado del Atlántico. Obviamente, el índice dólar se revalorizó ayer alrededor de un 2,26 por ciento aunque el billete verde ha corregido posiciones desde el comienzo de año. Aún así, una nueva escalada alcista de la divisa estadounidense podría pasar factura a las manufacturas y exportaciones del país.
A la espera de los acontecimientos, el secretario del Tesoro de EEUU, Jack Lew, incidió como lo hicieron sus homólogos en Europa y Japón, que "trabajará codo con codo con Londres y Bruselas así como sus socios internacionales para asegurar la estabilidad económica así como la prosperidad de Europa". Al respecto incidió en que tanto Reino Unido como la eurozona "cuentan con las herramientas necesarias para apoyar a los mercados financieros, un asunto clave para respaldar el crecimiento económico".
Mientras tanto, el gobernador del Banco Popular en China, Zou Xiaochuan, dijo durante su participación en un evento organizado por el FMI, que el banco central sigue muy de cerca los acontecimientos referentes al Brexit aunque incidió que todavía es necesario un mayor análisis para entender cuáles serán sus consecuencias a medio plazo.
Previamente, el banco central chino emitió un comunicado donde aseguró contar "con medidas de contingencia" tras haber apreciado la reacción de los mercados tras el resultado del referéndum. "Vamos a continuar con la aplicación de políticas monetarias estables y constantes", reiteró el Banco Popular de China que también mostró su compromiso con el resto de homólogos mundiales "para mantener la liquidez y salvaguardar la estabilidad financiera".