
En la reunión de los ministros de Finanzas y banqueros centrales del Grupo de los Siete (G7) en Sendai, Japón, la tensión era evidente. No sólo por el lapsus de Taro Aso, el ministro de Finanzas nipón, quien dio a entender que varios de los allí presentes apoyaban la marcha de Reino Unido de la Unión Europea, unas declaraciones que tuvieron que retractarse, sino por la falta de consenso común. En medio de un crecimiento global endeble y todavía algo enfermizo, la posibilidad de que el país anfitrión sugiriese hace unas semanas una intervención de su divisa marcó parte de las tensiones.
A la espera de la bilateral entre Aso y el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Jack Lew, portavoces del norteamericano indicaron a los periodistas allí presentes que la reciente fortaleza del yen no justificaría una intervención de la divisa nipona. Por su parte, el responsable de Finanzas galo, Michel Sapin, incidió en una entrevista con la agencia Associated France Press que "estamos en un fase de cooperación, no de intervención o de guerra de divisas". Un mensaje conciliador que no concordaba con el tono del encuentro.
El propio Aso se distanció de sus posición previa en la que llamaba a una respuesta fiscal coordinada al reconocer que algunos de los miembros de G7, formado por EEUU, Japón, Canadá, Alemania, Francia, Italia y Reino Unido, no pueden emprender esta clase de medidas "dadas sus circunstancias particulares".
Por su parte, Lew aclaró que "el G7 se reúne un momento significativo, no porque estemos en crisis sino por la elevada incertidumbre sobre la economía global y la necesidad de hablar sobre lo que vemos y qué herramientas podemos utilizar para promover un uso más equilibrado de los mecanismos políticos a nuestro alcance". Desde EEUU sugirieron a los miembros del ejecutivo de Shinzo Abe retrasar la subida del impuesto sobre las ventas previsto para el año que viene o tomar medidas fiscales para compensar el impacto de éste sobre el consumo.
Además, el equipo liderado por Lew volvió a lanzar un ataque implícito contra su homólogo alemán, Wolfgang Scheauble, al sugerir que aquellos países con margen fiscal suficiente "podrían impulsar la demanda global si lo utilizan", según declaraciones recogidas por Reuters. Algo que el equipo del ministro alemán prefirió ignorar. "Del lado fiscal, en Alemania hemos hecho nuestra contribución, hemos hecho muchas inversiones? por lo que no vemos necesaria una acción fiscal concertada", dijo un miembro del equipo de Schaeuble.
Sin embargo, la eurozona se encuentra amenazada por riesgos que incluyen desde un posible Brexit hasta un posible impago de Grecia si no se logra un acuerdo sobre su paquete de rescate. En este sentido, Pierre Moscovici, el Comisario Europeo de Asuntos Económicos afirmó que las negociaciones "están muy cerca" de conseguir un acuerdo. "Tengo confianza en lograremos una conclusión positiva porque simplemente es del interés de todos", matizó.
En lo que al Brexit se refiere, Moscovici aseguró que Bruselas "no tiene plan B" al ser preguntado sobre si existe alguna medida para estabilizar la libra esterlina en el caso de que Reino Unido abandone la UE. También reiteró que "la sensación en la mesa del G7 es que nuestros compañeros quieren que Reino Unido siga formando de Europa", añadió.