Economía

El fraude fiscal y los tiempos de incertidumbre política

La economía española navega en la incertidumbre desde hace algunos meses. Esto sucede en el debate derivado de las elecciones generales. Pero, esa incertidumbre es positiva porque permite replantearse las políticas públicas y el modelo económico de un país.

Ahora bien, cuando el debate no se materializa en ningún acuerdo de gobierno, y sobre todo, no se sabe cuándo va a haberlo, la incertidumbre se acentúa y sus efectos negativos también. Por eso resulta tan importante mantener una actitud constructiva que ponga en primer término las soluciones concretas a los problemas de los ciudadanos, y no los puestos, incluido el de presidente en un futuro Gobierno.

Desgraciadamente este deterioro ya se empieza a notar. Por una parte las estimaciones de crecimiento de la economía son menores. En general, estos indicadores van con retraso: hasta en los indicadores denominados 'adelantados', se tardan unos meses en disponer de los datos. Además, el componente más importante de la demanda es el consumo, que es muy estable. Sin embargo, es la inversión la que más influye en el crecimiento futuro. Las decisiones de inversión se toman en función de las expectativas, y con la incertidumbre se paralizan.

Si las inversiones sólo se paran temporalmente, lo que ocurrirá es que tendremos un pequeño bache temporal dentro de unos meses. Si los proyectos de inversión se cancelan definitivamente, entonces habremos perdido oportunidades de crecimiento para siempre.

Tener menos crecimiento económico siempre es malo, pero lo es aún más para un país con una tasa de paro del 22% como España, donde uno de cada cinco españoles que quieren trabajar no puede. Además de menos empleo, menos crecimiento es también menor recaudación fiscal, lo que significa más déficit público. Esto puede parecer menor, pero hasta ahora el descontrol del déficit ha acabado suponiendo subidas indiscriminadas de impuestos a los contribuyentes honestos, y recortes de gastos sociales, como los que decidió el Gobierno de Rajoy en 2012.

Precisamente ha sido el Ministro de Hacienda en funciones, Cristóbal Montoro, el que advirtió hace unos días que: "los ingresos tributarios" estaban yendo "menos bien" debido, en parte, a la incertidumbre política. Hay varios aspectos curiosos en estas declaraciones. En primer lugar, que los últimos datos públicos de recaudación tributaria son de noviembre. Cualquiera sabe que a algunas autoridades les gusta presumir de información que no tienen los demás, pero si los datos estadísticos, no personales, están disponibles deberían orientar la actividad de todos, no sólo de algunos.

Pero, todo esto resulta más preocupante por el fondo de las declaraciones: antes de que comience a ralentizarse la actividad económica caen los ingresos fiscales. Estos ingresos se realizan a mes o trimestre vencido, o incluso, como en el caso de las declaraciones anuales de renta o sociedades, después de varios meses. Por ejemplo, el IVA del cuarto trimestre de 2015 se ingresa el 30 de enero de 2016. El 5 de octubre de 2015 no había mucha incertidumbre, la economía crecía al 3,5%, y es cuando se realiza una operación. Sin embargo, a la hora de pagar el impuesto hay incertidumbre y la recaudación no aumenta como se espera.

Esto desgraciadamente quiere decir que algunos contribuyentes que debían ingresar no lo hacen, o que el Gobierno del PP ha calculado mal los ingresos tributarios, o muy probablemente ambas cosas. En situaciones de incertidumbre, ambas cuestiones, mala previsión e incremento del fraude, suelen estar presentes. Así, en 2008 se declararon los beneficios de las empresas españolas de 2007, que fueron los más elevados de la historia de España. Sorprendentemente, la recaudación del impuesto de sociedades cayó un 39%. Ya estábamos en crisis. Algo así volvió a ocurrir en 2012 cuando las mayores subidas de impuestos de la historia democrática de España, las del Gobierno del PP, recaudaron mucho menos de lo previsto: las bases de los impuestos cayeron y el fraude se incrementó. Era simplemente el resultado previsible de la combinación de recortescon los medios de la lucha contra el fraude y la amnistía fiscal.

Ahora en 2016, para no volver a caer en los mismos errores, deberíamos cambiar la estrategia. En primer lugar, hay que ser más serios en la lucha contra el fraude, no sólo poniendo más medios, sino fundamentalmente convenciendo a los españoles de que deben pagar sus impuestos. Eso no se consigue con vergonzosas amnistías fiscales. Pero, por encima de todo hay que afrontar los problemas reales de España, como el paro, el déficit o el fraude fiscal, y no bloquear la formación de un gobierno, pensando que los españoles se han equivocado al votar. El bloqueo de los extremos es el camino de vuelta a la crisis, y en Ciudadanos no estamos dispuestos a recorrerlo.

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