
El Gobierno chino anunció este sábado un objetivo de crecimiento de entre un 6,5 % y un 7 % para este año, una cifra que no cuadra con las metas que a lo largo de las últimas semanas han ido presentando las diferentes regiones del país.
El primer ministro chino, Li Keqiang, innovó al introducir un objetivo de crecimiento flexible, pero reiteró el desvío entre los datos nacionales y los de las provincias que ha hecho habitual que se dude de la fiabilidad de las estadísticas del gigante asiático.
"Es muy sospechoso", asegura Christopher Balding, profesor de Economía de la Universidad de Pekín, quien señala las "vastas" discrepancias entre los datos nacionales y los provinciales, además de en los objetivos de PIB, empleo o precios.
Casi todas las provincias del país se han propuesto crecer este año más de un 7 %, algunos incluso esperan superar un 8 % y las más ambiciosas se atreven con un 10 %, mientras que sólo unas pocas van en sintonía con la meta nacional o por debajo.
En medio de la profunda ralentización que llevó el crecimiento de China del año pasado a su tasa más baja del último cuarto de siglo, un 6,9 %, la media ponderada de las cifras provinciales se sitúa entre un 7,5 % y un 7,7 %, según los cálculos del banco de inversión Nomura.
Aunque no hay consenso sobre la magnitud del error, el escepticismo sobre la precisión de los indicadores económicos chinos está instalado desde hace años en la amplia comunidad de observadores de la segunda economía mundial, unas dudas que Pekín rechaza de plano.
"A lo largo de los años, a pesar del escepticismo o incluso las críticas que se tienen sobre nuestras estadísticas económicas, la realidad es que la economía china ha disfrutado de un crecimiento firme", dijo el ministro de Reforma y Desarrollo, Xu Shaoshi, en una reciente rueda de prensa.
Las metas de crecimiento no tendrían por qué ser problemáticas, puesto que al fin y al cabo son simples objetivos, si no fuera porque en China las estadísticas tienen costumbre de alinearse con los deseos de las autoridades, cuando no de excederlos.
"Pueden establecer el objetivo que quieran, pero eso choca con el problema de que se informa oficialmente de un crecimiento provincial que es muy superior a la media nacional", explica Balding, que recuerda que los datos de crecimiento finales "están en promedio dentro de una variación de un 0,2 % con respecto al objetivo".
Hay excepciones notables, ya que por ejemplo el Gobierno chino pretendía que el comercio exterior aumentara un 6 % en 2015 y los datos oficiales mostraron que acabó bajando un 7 %, pero cuando se trata del dato más importante, la variación del PIB, los objetivos suelen cumplirse.
Así, el año pasado la meta oficial fue un alza del PIB de "alrededor de un 7 %" y al final del ejercicio la economía china creció, según las cifras del Gobierno, un 6,9 %.
También la media de las metas de crecimiento regionales de 2015 era de un 7,7 % y, cuando acabó el año, las autoridades provinciales dieron datos que, una vez ponderados, arrojan un promedio de un 7,73 %.
Este contraste provoca muchas suspicacias entre los analistas y, para el economista de la Universidad de Pekín, la única explicación posible es que existe un "fraude".
"No tengo ninguna razón para creer que los datos nacionales son fundamentalmente más fiables que los provinciales. Oficialmente, China dice que la Oficina Nacional de Estadísticas está corrigiendo los errores de medición, pero está admitiendo implícitamente que los datos que envían las provincias son fraudulentos", dice Balding.
Tampoco ayuda mucho a fomentar la confianza en los indicadores económicos chinos que el antiguo director de la Oficina Nacional de Estadísticas, Wang Baoan, fuera apartado de su puesto por supuesta corrupción en enero.
Funcionarios provinciales han reconocido públicamente que han manipulado datos para que se ajustaran a los objetivos, por lo que algunos expertos recomiendan eliminar estas metas, un vestigio de la época en que China era una economía planificada, para evitar distorsiones.
"Sería un paso en la dirección correcta, aunque no creo que solucionara el problema. Hasta que los empleados sean evaluados por contar la verdad sin importar qué verdad sea, los burócratas van a crear ilusiones estadísticas para satisfacer las demandas de sus superiores", advierte Balding.