
El referéndum de permanencia del Reino Unido en la UE representa una poderosa fuente de preocupaciones para la jerarquía comunitaria. Esta semana, los líderes europeos sabrán si cuentan con ciertas garantías de salvar esta bola de partido de las varias que se juega la UE este año para mantener la unión tal y como la conocemos ahora.
El primer ministro británico, David Cameron, espera salir de la cumbre del jueves y el viernes en Bruselas con un acuerdo lo suficientemente "vendible" a los más euroescépticos de su partido conservador, y sobre todo a los británicos, para que voten por continuar en la UE el próximo junio, fecha más probable de la consulta.
Tras el pesimismo que reinaba a finales del año pasado, dadas las dificultades para acomodar las demandas del premier británico, sobre todo la limitación de los beneficios de los trabajadores de otros socios de la UE en suelo británico, el ánimo cambió tras la propuesta que presentó el presidente del Consejo Europeo, y tejedor de los acuerdos entre los líderes, Donald Tusk.
Haciendo la vista gorda a lo que representa una clara discriminación entre los europeos, Tusk propuso un "freno de emergencia" por el cual, en circunstancias excepcionales, Londres pueda limitar las ventajas fiscales que da a los trabajadores comunitarios hasta cuatro años.
La propuesta agradó al Gobierno británico, y se espera que supere las resistencias de los socios del Este, sobre todo de Polonia, a finales de esta semana tras la presión coral de los líderes y buenas dosis de drama y reproches dentro de la sala.
Un árbitro necesario
Sin embargo, ni el documento de Tusk ni las reuniones preparatorias han conseguido solucionar otra de las preocupaciones de Cameron: cómo asegurar que la integración de la eurozona no dañará a los países que se quedan fuera.
La profundización de la eurozona que desató la crisis financiera, y que ganó volumen con la creación de la unión bancaria, puede volver a coger velocidad tras 2017, cuando la Comisión presentará un libro blanco con propuestas ambiciosas como transferencias fiscales entre socios del euro o más integración política e institucional. Además, en paralelo con la creación de un mercado de capitales verdaderamente europeo, la profundización de la unión bancaria continúa su marcha a trompicones con la creación de una garantía de depósitos europea.
Cameron teme que esta dinámica deje a la City más aun a la merced de las decisiones de los socios del euro, de Bruselas y de Fráncfort. Por eso quiere "principios con fuerza vinculante" que aseguren que la profundización de la zona euro no afectará a los socios de fuera, y un "mecanismo" para asegurar que estos principios se respetan.
Aunque Tusk incluyó una serie de garantías, reconoció que las condiciones para activar este mecanismo para solucionar las disputas entre los de dentro y fuera del euro "se tienen aun que discutir".
Tampoco se conoce cuál será la naturaleza del árbitro. Si serán las propias reuniones de los líderes de la UE (el Consejo Europeo) o debería ser el Tribunal de Justicia de la Unión Europea.
El director del centro de análisis Bruegel, Guntram Wolff, explica que Tusk está intentando ver lo que se puede conseguir dentro de los tratados. Sin embargo, "no hay mucho que pueda hacer", comenta. Eso sí, como indicó su centro en un informe reciente, este árbitro entre los de dentro y los de fuera debería llegar "más pronto que tarde". Sin este acuerdo, podrían surgir "conflictos económicos significativos" en la gestión económica europea, y "divergencias políticas" al poner en común más competencias entre los socios que sólo permanecen al mercado común y los que también comparten el euro. Wolff admite que desconoce de qué forma se puede articular este mecanismo dentro del corsé de los tratados actuales.
La Unión Europea es experta en estirar la letra de su corpus legal para encontrar acomodo a una familia cada vez más diferente y con menos voluntad de avanzar unida. Manteniendo el optimismo, el ministro de Finanzas holandés, Jeroen Dijsselbloem, que además del Eurogrupo preside este semestre también las reuniones de los ministros de Finanzas de la UE (Ecofin) dijo tras la reunión del pasado viernes que los asuntos que quedan por pulir respecto a la cuestión británica "son temas menores que se pueden solucionar".