
Sí, el país cuya selección de fútbol ocupa el puesto 93 en el ranking FIFA, justo por delante de las Islas Feroe y por debajo de Botsuana, quiere convertirse en una potencia futbolística. Xi Jinping, presidente de China, ama el fútbol desde niño. Su afición por este deporte está influyendo en los grandes empresarios del país y dueños de los equipos de la china para que inviertan grandes fortunas para traer a jugadores de talla mundial a una liga mediocre. El objetivo es que China consiga ser sede de un mundial de fútbol y que la selección asiática lo gane.
Así lo cuente Andrew Browne en The Wall Street Jorunal. Xi Jinping está poniendo en marcha todo su poder para que los chinos se olviden del golf (deporte que practican decenas de millones) para que se fijen en el fútbol. La operación ya ha comenzado a funcionar, los derechos de televisión para las temporadas 2016-2020 de la Súperliga China se han vendido por 1.300 millones de dólares, una cantidad que supera en treinta veces a la del contrato anterior.
Según el diario estadounidense, esta estrategia va más allá del fútbol, tiene como objetivo mostrar el cambio que se está produciendo en la economía china, un cambio en el que el consumo y los consumidores tienen mayor protagonismo. El ascenso del fútbol con ayuda del sector privado encaja perfectamente en el modelo de la que será la nueva China, ya que el fútbol es un deporte de masas y accesible para todas las clases económicas a diferencia del golf.
Clasificación FIFA

El gran perjudicado de este cambio es el gol. A medida que el Gobierno inaugura campos de fútbol se cierren campos de golf. Por si esto fuera poco, el presidente Xi ha prohibido a los miembros del Partido Comunista practicar este deporte como parte de una campaña para demostrar a la población que la austeridad también ha llegado al Gobierno.
El dinero ya fluye hacia el fútbol
Por ahora, la operación para convertir al fútbol en deporte nacional va viento en popa. El modelo económico de China se caracteriza por un número importante de millonarios que a menudo han ganado sus grandes fortunas gracias a los favores del Gobierno. De modo que los multimillonarios chinos están mostrando gran ilusión y han comenzado a ayudar de forma apasionada para mejorar la imagen futbolística de China.
Y es que, en las últimas semanas los propietarios de los equipos de China han gastado más dinero en fichajes que todos los oligarcas rusos que poseen diferentes clubs por toda Europa. Aunque no es sinónimo de éxito, fichar grandes figuras mundiales puede llenar estadios, aumentar los ingresos por publicidad y por qué no, convertir a la Súperliga China en una competición relevante a nivel mundial.
Como publica The Wall Street Journal, todo acaba de comenzar, lo que está por llegar puede ser mucho más sorprendente. El entrenador del Arsenal, Arsene Wenger, no ha dudado en alertar sobre lo que está ocurriendo: "Un éxodo masivo de talento se está marchando de Europa para recalar en China, el proceso está en marcha", sentencia el técnico galo.
Buenos ejemplos son los fichajes de Jackson Martínez por el Guangzhou por 42 millones de euros o el del brasileño Alex Teixeira por 50 millones de euros. Este último ha dejado las filas del Shakhtar Donetsk para jugar en el Jiangsu Suning, un equipo de media table en la Súperliga China.
La FIFA ya mira hacia China
Ali Bin Al-Hussein, vicepresidente de la FIFA, señaló hace unos días que "China merece una FIFA que le ayude a construir una liga que atraiga a los mejores jugadores en su mejor momento", afirma.
También destaca las medidas tomadas por el presidente chino, Xi Jinping, para cortar de raíz la corrupción en el fútbol de este país y para promover la formación de jóvenes y la enseñanza de este deporte en las escuelas, del que el mandatario es un reconocido aficionado.
"El fútbol chino está avanzando en la dirección correcta y sin duda organizará un día una Copa del Mundo... "China ya acogió con éxito unos Juegos Olímpicos y organizaría una Copa del Mundo exitosa y a la altura", insistió.