
El referéndum sobre el estatus de Reino Unido en la Unión Europea está cada vez más cerca, después de que el primer ministro británico, David Cameron, y el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, lograsen desbloquear una negociación en piloto de emergencia.
Tras una cena de trabajo el pasado domingo en Downing Street, las partes se dieron 24 horas para intentar lograr un acuerdo y esta misma jornada Donald Tusk presenta a los demás Estados miembro el resultado. Aunque los Veintiocho en su conjunto han de dar el visto bueno a la propuesta, la consecución de la misma por sí sola representa ya un hito, puesto que nunca antes Londres y Bruselas habían logrado alcanzar una posición de consenso tangencial.
"Mañana (por hoy), sobre mediodía, presentaré una propuesta para un nuevo acuerdo para Reino Unido en la UE", anunció ayer Donald Tusk a través de su perfil en una red social. Los negociadores de ambas partes dedicaron la jornada de ayer en Bruselas a tratar de acercar posiciones, antes de perfilar un documento que presentar al resto de Estados miembros. "Buenos avances en las últimas 24 horas, aunque aún quedan asuntos que resolver", manifestó Tusk.
Cumbre comunitaria
Los socios europeos deberán estudiar el borrador con una fecha en el calendario: el 18 y 19 de febrero, cuando tendrá lugar la clave cumbre comunitaria de la que se espera que salga el pacto definitivo que decidirá el futuro del proyecto comunitario. El premier británico, David Cameron, quiere cerrar el proceso cuanto antes, para garantizar que hay tiempo para convocar la consulta antes del receso estival y, sobre todo, para evitar el desgaste de un debate que no sólo divide a una sociedad cuyo apoyo a continuar en Europa apenas supera el 50%, sino a su propio Gobierno.
El punto clave de fricción demostró ser, como se preveía cuando el premier presentó sus demandas, la moratoria de cuatro años planteada para la recepción de prestaciones sociales para los ciudadanos comunitarios.
Alternativa similar
Cameron siempre había dejado claro que sólo aceptaría una alternativa con idéntico peso y, tras semanas de negociaciones, ha entendido que el denominado freno de emergencia que el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, se sacó de la manga tiene similar efecto disuasorio.
Básicamente, Reino Unido se arrogaría el derecho de solicitar un mecanismo de contención si queda demostrado que la afluencia de comunitarios supone una presión excesiva sobre sus servicios públicos. La clave será desde cuándo Londres podrá ejecutarlo, puesto que si Jean Claude Juncker había sugerido que entrase en vigor a los tres meses de haberlo demandado, Cameron quiere materializar su competencia tras el plebiscito. Además, será necesario también decidir por cuánto tiempo se mantendría, ya que el primer ministro aspira a que no haya un plazo determinado.
Downing Street describió este freno como un "avance significativo" y, aunque desde Bruselas se han mostrado más cautos debido a que las propuestas no sólo dependen de la diplomacia comunitaria, sino de la voluntad de cesión de los socios, la Comisión Europea reconoció su autoría en la propuesta.