Las estadísticas que se utilizan para medir el crecimiento económico son invocadas una y otra vez como si fuesen verdades absolutas, y sin embargo no son más que estimaciones mejor o peor cocinadas. Es el caso del Producto Interior Bruto, indicador rey de la macroeconomía con el que intentamos saber cuánto estamos produciendo en cada año, y que convertimos en una magnitud de oro contra la que comparamos prácticamente todo, y empezando con la deuda y el déficit público.
Para demostrar que tan importantes números, por mucho que hayan sido elaborados por los más sesudos departamentos de estudios económicos, son el resultado final de unas cuantas operaciones realizadas por humanos, una compañía de consultoría londinense ha creado un ránking de 154 países en el que, en vez de clasificarlos por su mayor o menor riqueza, los ordena por la fiabilidad que se puede otorgar a su dato del PIB. Y España no sale especialmente bien parada: 26ª con 78 puntos sobre 100, por detrás de economías como Bélgica, Catar o la República Checa.
"Sin tener datos precisos y fiables, las decisiones que se pueden tomar serán malas, y las consecuencias pueden ser serias. Muchos observadores en el mercado aceptan sin más las cifras de PIB que se publican", explica el máximo responsable de World Economics, sólo porque proceden del Gobierno de turno.
Los datos chinos, muy poco fiables
La idea detrás del Índice de Calidad de Datos, que fue creado el mes pasado, es alertar al gran público de que el término "Producto Interior Bruto" significa cosas distintas dependiendo del país del que se trate.
Utilizando cinco criterios (año base, método para compilar la magnitud -cuanto más moderno, mejor-, tamaño de la economía sumergida -siempre se calcula por estimaciones-, PIB per cápita -indicador indirecto de cuánto gasta cada país en hacer sus estadísticas- y corrupción -con datos de Transparencia Internacional-), el índice asigna otras tantas notas a cada país, siendo 100 la mejor puntuación.
No es demasiado sorprendente así que las economías con peor factura en su índice de producción sean también las más pobres. Muchos de esos países siguen así comparando su producción actual con un año base tan anticuado que los cambios que su estructura económica ha sufrido desde entonces son gigantescos.
Es el caso de Nigeria, que cuando en 2014 cambió su año base hizo que el PIB se disparase un absurdo 89% comparado con el año anterior, de acuerdo a los datos compilados por Bloomberg Intelligence. Por supuesto, eso no significaba que el país petrolífero africano hubiese casi duplicado su riqueza, sino más bien que las medidas anteriores eran tremendamente imprecisas.
Pero no hace falta ser un país mediano para estar haciendo mal las cuentas. Veáse si no el caso de China, segunda mayor economía del planeta y que se sitúa en el puesto 63 del listado. Desde World Economics advierten de que hay motivos para dudar de los datos, ya de por sí malos, que está publicando Pekín: "nuestro índice muestra para China unos niveles de crecimiento mucho más atenuados de los que se comunican oficialmente, y que se quedan en más o menos la mitad de los publicados".