En Polonia se está llevando a cabo una alarmante deriva autoritaria. El giro empezó con las elecciones del 24 de mayo en las que el candidato conservador Andrzej Duda logró la presidencia. Se consolidó con las parlamentarias del 25 de octubre, que dieron la mayoría absoluta a la formación nacionalista Ley y Justicia (PiS) dirigida por el ex primer ministro Jaroslaw Kaczynski.
Medidas de los líderes del partido ultraconservador en los meses transcurridos confirman los temores de que siguen los pasos del primer ministro xenófobo Viktor Órban en Hungría. Desde hace años el gobierno autoritario de este país gana adeptos aunque desprestigiado ante el resto de Europa.
Órban ha manifestado su intención de construir "un nuevo estado" alejado del modelo de democracia liberal europea. Aplica su programa sin obstáculos. Se ha limitado a algún que otro maquillaje para contentar a la Comisión Europea aprovechándose de la impunidad que le brinda la pertenencia de su coalición Fidesz al Partido Popular Europeo, que domina las instituciones de la Unión. El ministro polaco de Asuntos Exteriores, en línea con Orbán, afirma que "existen diferentes formas de democracia".
Así pues, el ejemplo de Hungría es seguido por Polonia. Por vez primera desde el restablecimiento de la democracia, un único partido tiene control absoluto del poder ejecutivo (Gobierno y Presidencia de la República) y legislativo (Cámara de Diputados y Senado) y ahora intenta extender ese control al poder judicial, los medios de comunicación y las instituciones del país.
Las polémicas medidas
Las señales son claras y se materializan en medidas y acciones gubernamentales. Entre ellas: proyectos legislativos para restringir la inmunidad tanto del Defensor del Pueblo como del Presidente del Tribunal de Cuentas y planes para ?limpiar? los medios de comunicación públicos de periodistas críticos.
En el contexto del proceso de depuración en la Administración y las empresas públicas cabe citar los siguientes ejemplos. Ahí está la amnistía al exdirector de los servicios de seguridad, condenado a tres años de cárcel por abuso de poder, y su designación como ministro. El nombramiento como ministro de Defensa de un antisemita que ha acusado a diversas personalidades de ser agentes rusos. El asalto policial de madrugada al centro de contraespionaje polaco. O el intento del ministro de Cultura de prohibir una obra teatral de la Premio Nobel austríaca Elfriede Jelinek.
La última medida es una polémica ley de reforma del Tribunal Constitucional promulgada por Duda. Se suprime la referencia a la independencia de la institución. La ley, denunciada por la oposición como un intento de paralizar esta Corte, entrará en vigor en cuanto se publique en el boletín oficial e introduce la regla de la mayoría calificada de dos tercios para las decisiones importantes. El Tribunal puede bloquear las leyes aprobadas por el Gobierno. Ahora deberá reunir el voto de 13 de sus 15 jueces en casos de gran importancia, frente a nueve anteriormente. Al nombrarse de urgencia cinco miembros por el PiS se impide que pueda adoptarse cualquier decisión sin ellos. La reforma, además, obliga a resolver casos por orden cronológico para evitar cuestionar las decisiones planeadas por el Ejecutivo. El jefe de Estado ni siquiera esperó la opinión de la Comisión Europea para la Democracia por el Derecho a pesar de que se había solicitado.
El partido opositor Plataforma Ciudadana del ex primer ministro - y actual presidente del Consejo Europeo - Donald Tusk, considera la ley un instrumento del Gobierno que preside Beata Szydlo para sacar adelante sus propuestas: adelanto de la edad de jubilación a los 60 años, limitación de la propiedad extranjera en la banca y los medios de comunicación nacionales? incluso cambiar la Carta Magna.
Desde una Europa desbordada por las crisis sin resolver se observa este proceso con preocupación e incertidumbre. Las instituciones europeas han formulado los primeros avisos. El presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, llegó a comparar el comportamiento del PiS con un "golpe de Estado".
El tajante cambio de actitud de Polonia hacia la UE y la vuelta a las tensiones del pasado no se reduce a gestos como la supresión de la bandera europea de la sala de conferencias de prensa. El nuevo Ejecutivo ha rechazado la cuota de refugiados que aceptó a regañadientes el anterior gobierno.