
"Hay que dar vueltas con sentido". Con esta expresión explicaba Cristóbal Montero el cambio radical de la economía española, que ha permitido devolver a los contribuyentes españoles más de 5.000 millones de euros sólo entre enero y octubre de este año, fundamentalmente en el IRPF, como consecuencia de la reforma fiscal y la rebaja impositiva del Gobierno.
Una cifra que el titular de Hacienda reconocía, recurriendo a esa fina ironía que le caracteriza, que "no debería decir porque luego la Comisión Europea me examina", pero que acompañaba de los resultados de la recaudación tributaria, con un crecimiento del 5,9% hasta septiembre y que permite reducir el déficit público, financiar los servicios públicos y sirve para medir el nivel de actividad en España.
De este crecimiento, el ministro resaltó el fuerte avance de los ingresos tributarios por el pago fraccionado de las pymes en el Impuesto de Sociedades, y avanzó que hasta octubre está creciendo a un ritmo del 30%, "en un año en el que se ha cambiado el Impuesto de Sociedades".
Cristóbal Montoro destacó también el incremento del 12,6% en los pagos fraccionados del Impuesto sobre la Renta de las empresas personales, frente a la subida del 11,5% en la recaudación bruta del IVA de las pymes y el 7,9% en la correspondiente a las grandes empresas.
La hora de la deuda
"Miren cómo está la recaudación y de dónde viene", apuntó, durante su intervención en el acto inaugural de la Asamblea de la Confederación Española de Asociaciones de Jóvenes Empresarios (Ceaje), para añadir que el Gobierno "ha conseguido desarrollar una política presupuestaria de apoyo al ciclo y de reducción del déficit que ya está arrojando resultados".
En una alocución en la que volvió a insistir en la necesidad de garantizar el mantenimiento de las políticas que han sacado a España de la crisis, porque aún queda mucho por hacer en términos de desempleo, actividad y deuda, el ministro no dudó en asegurar que "el principal desafío para la próxima legislatura es bajar la deuda".
En su opinión, la crisis de España "es una crisis de deuda externa, de apalancamiento financiero de los sectores productivos", argumento que aprovechó para indicar el esfuerzo del Gobierno por reducir el endeudamiento del sector público que en 2008 se elevaba hasta el 66,8% del PIB y al término del segundo trimestre de este año era de sólo el 7,1%.
Un dato que vinculó con el cambio experimentado en la capacidad de financiación frente al exterior de nuestra economía, que este año se situará "entre el 1,5 y el 2% del PIB", cuando el año 2011 se cerró con una necesidad de financiación equivalente al 2,9 por ciento de nuestro PIB.
Una mejora que, explicó, tiene mucho que ver con la ganancia de competitividad que ha permitido el impulso de las exportaciones.
En este punto criticó "el mercadeo político" que se produce en el periodo electoral por parte de los partidos que prometen recaudar más para gastarlo en los ciudadanos para advertir que "ya no estamos en 2004 y no hay margen para hacer otras políticas que continuar con la contención del gasto y y las medidas tributarias que estimulen la actividad para poder financiar correctamente los servicios públicos".
"Les diría que fueran más prudentes", añadió Montoro, en referencia a los programas de los partidos de la oposición, para terminar recetando "crecimiento, empleo y protección social". Una trilogía que, dijo, "anula el radicalismo político".