
Albert Rivera aspira a igualar al nuevo primer ministro de Canadá, su colega en las filas de los liberales Justin Trudeau, e imitar -si fuera posible- su meteórico ascenso al poder en las elecciones Generales que España celebra el próximo mes. Si no lo lograse, Rivera también tiene un ejemplo, aunque en este caso a evitar.
"Nick Clegg (el fallido líder liberal de Reino Unido) es un buen ejemplo de lo que no queremos hacer", explicaba Rivera en una entrevista este lunes. El líder de Ciudadanos marcaba así distancias con la humillación recibida por el liberal británico en las urnas después de cinco años gobernando en coalición con los conservadores.
Rivera, que cumplirá 36 años esta misma semana, recalca que quiere ser "como Trudeau, que ganó".
"En España hemos tenido ocho o nueve años de esta crisis", afirma. "No es sólo una crisis económica, es una crisis política, una crisis de confianza de los ciudadanos en los políticos", recalca.
Críticas de falta de experiencia
Pero con la economía creciendo casi al ritmo más rápido de los últimos siete años, Mariano Rajoy advierte a los votantes de que si deciden confiar en un recién llegado que nunca antes ha estado en el Gobierno, podrían estar poniendo en riesgo la recuperación.
"No tengo ninguna experiencia construyendo aeropuertos vacíos o vaciando cajas de ahorros. No tengo experiencia en incumplir los objetivos de déficit", contesta Rivera.
El líder liberal propone en su lugar reducir el tamaño de las administraciones públicas, bajar los impuestos e implantar un único contrato laboral que permita mitigar la división entre trabajadores temporales e indefinidos.
Pero al mismo tiempo Rivera se prepara para un escenario de posibles pactos electorales con el propio Partido Popular, remachando que no quiere ser como Clegg: "en las dos primeras semanas de gobierno ya había perdido toda la confianza de quienes habían votado a los Demócratas Liberales".