
El presidente de Francia, François Hollande, inauguró este jueves el edificio que está llamado a convertirse, al fin, en el centro de mando que el país necesitaba para coordinar todas sus operaciones militares, desde las incursiones en el Sahara a los bombardeos sobre Siria.
"Los dramáticos sucesos alrededor de todo el planeta" justifican estas operaciones en el exterior, según Hollande, que asegura: "no hago distinciones entre la seguridad interna y la externa".
El nuevo complejo tiene 16,5 hectáreas, está situado en la margen meridional de París, y servirá para reemplazar decenas de sedes desperdigadas por toda la capital francesa, algunas de las cuales databan del siglo XVIII.
Con un coste de 4.000 millones de euros, este sofisticado edificio incluye por primera vez un centro de control combinado para las tres armas de ejército: tierra, mar y aire.
Por fuera, además de estar bien protegido -sus muros han sido diseñados para resistir el impacto de un misil-, cuenta con áreas deportivas, zonas ajardinadas, y sus cubiertas están forradas por paneles solares.
Será todo un estandarte de la hiperactiva política exterior (o lo que es lo mismo, militar) de Francia, que precisamente ayer confirmaba el despliegue del portaaviones Charles de Gaulle en el Golfo Pérsico.