César Muñoz Acebes
Singapur, 15 sep (EFECOM).- China será una vez más la protagonista del G7, que se reunirá mañana en Singapur, después de que EEUU y el FMI hayan cambiado de tono para intentar convencer a Pekín de que permita la apreciación de su moneda.
Todos los oídos en el mercado de divisas están pendientes del encuentro de Estados Unidos, Japón, Alemania, Italia, Francia, Reino Unido y Canadá, y no es para menos.
En la última reunión, en abril, una petición específica a China de adoptar "mayor flexibilidad cambiaria" en la declaración final hizo que el dólar cayera casi un 2 por ciento respecto al yen.
China evita la apreciación de su moneda con la acumulación de activos en dólares en forma de reservas, por lo que cualquier flexibilización cambiaria supondría menos demanda del "billete verde" y lo haría depreciarse.
Sin embargo, el comunicado de abril y otros anteriores no han convencido a China de que haga grandes modificaciones de su política.
Por ello, el nuevo secretario del Tesoro de EEUU, Henry Paulson, parece haber adoptado una nueva táctica.
Mientras que su antecesor, John Snow, se centró en acusar a Pekín de mantener una ventaja injusta para sus productos al mantener el yuan artificialmente bajo, Paulson remarcó en un discurso el miércoles que cambiar su política es por su propio bien.
"Sostener y confiar en un tipo de cambio excesivamente rígido y controles administrativos anticuados aumenta el riesgo de ciclos de alzas y bajas", le advirtió el titular del Tesoro, quien tiene amplia experiencia en China como presidente del banco de inversión Goldman Sachs, su anterior empleo.
El mismo tono adoptó hoy el director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Rodrigo Rato, que también participa en las reuniones del G-7.
"Creemos que a China le conviene dejar que las fuerzas del mercado, no sólo en el tipo de cambio sino en general, determinen el uso más eficiente de los recursos en su economía", dijo Rato en una rueda de prensa en Singapur, donde tiene lugar la Asamblea Anual del FMI y el Banco Mundial.
"La decisión que China tomó el año pasado de cambiar su mecanismo de cambio fue la correcta, pero esa decisión tiene que ser puesta en práctica", añadió el titular del Fondo.
Pekín abandonó la paridad fija con respecto al dólar en julio del 2005 y permitió una apreciación del yuan del 2,1 por ciento, pero la moneda se ha movido poco desde entonces.
El Gobierno de EEUU se siente forzado a presionar a China por el descontento entre sus empresarios, que se ha trasladado también al Congreso, pero al FMI, más que la presunta competencia desleal del país asiático, lo que le preocupa son los desequilibrios descomunales por cuenta corriente que se han creado.
Debido a un agujero comercial que no cesa de agrandarse, el déficit del sector exterior de EEUU alcanzará el próximo año el 6,9 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB), según cálculos del Fondo. Al mismo tiempo, China y los países exportadores de petróleo acumulan superávit muy considerables.
El organismo considera la situación insostenible y teme que acabe mal. "El riesgo de una resolución más abrupta no es, en nuestra opinión, un hecho muy probable, pero sería un hecho muy costoso si ocurriera", dijo ayer Raghuram Rajan, economista jefe del Fondo.
Ese costo, de acuerdo con el organismo, sería una caída en picado del dólar, volatilidad en los mercados, más presiones proteccionistas y un "golpe" al PIB mundial.
El Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, en inglés), la mayor asociación de bancos privados del mundo, recordó hoy en una carta enviada al FMI que para evitar ese peligro es necesario además que EEUU reduzca su déficit fiscal y que la zona euro adopte más reformas.
Sin embargo, insistió también en que China debe abrazar "una flexibilidad cambiaria sustancialmente mayor".
Hasta ahora el apelo al bien común del planeta no ha convencido a Pekín de que permita el libre movimiento del yuan, cuya apreciación haría sus exportaciones más caras y reduciría así su superávit comercial con EEUU.
China estará presente en parte de las reuniones del G-7 como país invitado, y allí los miembros del grupo podrán decir a sus representantes que mantener su actual política cambiaria es como tirar piedras contra su propio tejado.
Está por verse si el nuevo argumento es más convincente. EFECOM
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