
El presidente chino, Xi Jinping, aterriza el martes en Seattle y visitará el jueves Washington por primera vez, para reunirse con su homólogo estadounidense, Barack Obama. Un encuentro que llega en un momento tenso entre las dos economías más grandes del mundo, no sólo por el renovado temor a un aterrizaje forzoso de la economía del gigante asiático sino por las recientes operaciones en el Mar del Sur de China y las acusaciones de ciberespionaje por parte de Estados Unidos. Sin embargo, si echamos la vista atrás, ninguna visita de un mandatario chino a Washington ha estado exenta de polémica durante las últimas décadas.
En 1997, el ex presidente Bill Clinton fue criticado duramente por recibir en Washington a Jiang Zemin. Esta fue la primera vez que un jefe de Estado chino visitaba la capital estadounidense tras los terribles sucesos de la Plaza de Tiananmen en 1989. Por aquel entonces, la relación entre ambas potencias estaba empañada por la cooperación nuclear entre China e Irán y los movimientos del ejército chino en Taiwan. Las protestas en defensa de los derechos humanos marcaron buena parte de esta visita.
Por su parte, Hu Jintao visitó EEUU en 2006 en un viaje donde la administración de George W. Bush no quiso calificar el encuentro como una visita de estado al uso. Una aproximación llena de incidencias que obligó a Bush a tener que disculparse a Hu y generó bastante escepticismo entre el gobierno de Pekín. Es por ello que cuando cinco años después el presidente Obama recibió de nuevo a Hu, esta vez en visita oficial de estado, las expectativas eran bastante bajas. Un año antes, las tensiones sobre Corea del Norte, el Mar del Sur de China, las relaciones con Japón y la presunta manipulación de la divisa caldearon de nuevo el ambiente diplomático. Sin embargo, dados los acontecimientos, el resultado de esta visita fue relativamente bueno, según apunta Jeffrey A. Bader, experto de la Brookings Institution en Washington.
En este nuevo tête-à-tête entre Obama y Xi, el escenario económico jugará un factor crucial. La debacle en el gigante asiático está ensombreciendo el panorama económico de otros grandes emergentes así como economías desarrolladas, como la australiana, que podrían acabar lastrando la marcha de la economía estadounidense. Es por ello que ambos líderes estarán obligados a entenderse para intentar que la situación empeore aún más, especialmente teniendo en cuenta que el año que viene se celebran elecciones presidenciales en EEUU y Obama querrá alicatar un legado económico impecable.
Bader estima que lo más importante de esta visita es que ambos líderes envíen señales tranquilizadoras a la comunidad mundial, y específicamente a los mercados financieros. A raíz de la reciente turbulencia de los mercados, tanto Obama como Xi deben reconocer y aceptar la interdependencia de sus respectivas economías. "Deben insistir en que existe un interés mutuo en evitar vaivenes salvajes en los mercados", explica este experto. "Existe un interés común en el crecimiento de ambas economías, así como en el éxito del programa de reformas económicas en China, que debería fomentar una mayor apertura a los negocios y productos de Estados Unidos", añade.