
A la espera de la decisión de Janet Yellen, presidenta de la Reserva Federal, y los altos funcionarios del Comité de Mercado Abierto (FOMC, por sus siglas en inglés), expertos, periodistas, analistas y operadores barajan los pros y los contras de una posible subida de tipos en Estados Unidos.
Desde el portal MarketWatch, Caroline Baum, describe cinco puntos a favor y otros cinco puntos en contra de una normalización de la política monetaria a este lado del Atlántico. Un hecho que pone de manifiesto la difícil tarea que enfrentan en las próximas horas los miembros del banco central de EEUU.
En primer lugar, la economía de EEUU ha solidificado su recuperación. Poco queda ya de la contracción del 8,1 por ciento registrada en el cuarto trimestre de 2008, su peor lectura en medio siglo. Desde que la recesión terminó en junio de 2009, el PIB de EEUU ha crecido una media del 2,1 por ciento y se han creado una media de más de 200.000 empleos mensuales durante los últimos tres años.
Al mismo tiempo, aunque la inflación sigue sin terminar de repuntar, la Fed ve preferible actuar con cierto margen antes de llegar a tocar el objetivo del 2 por ciento. Recordemos que la inflación subyacente acumula ya un incremento del 1,8 por ciento en su tasa interanual.
Tampoco podemos pasar por alto que la Fed lleva avisando de su intención de subir tipos antes de que finalice el año durante los últimos meses. Si no quiere poner su credibilidad en entredicho, Yellen y sus chicos deberían actuar en las próximas reuniones, incluída la que concluirá el jueves. Es cierto que se busca un momento perfecto pero la realidad indica que siempre habrá algún tipo de factor que genere volatilidad.
En cuarto lugar debemos recordar que la Fed se embarcó a finales de 2008 en una política monetaria experimental, que incluye tres rondas de compras de activos y deuda, además de mantener los tipos entre el 0 y el 0,25 por ciento durante casi siete años. Estas medidas extraordinarias no cuentan con precedentes históricos, de ahí que el banco central quiera poner rumbo a la normalida cuanto antes para evitar posibles daños colaterales en el futuro.
Pese a que sólo el 25 por ciento del mercado espera una subida de tipos, Yellen debería acabar con la espera y la incertidumbre subiendo los tipos cuanto antes y comunicando adecuadamente al mercado que los próximos movimientos serán extremadamente cautos, algo que eliminará la ansiedad del mercado que lleva esperando este momento desde hace más de un año.
Cinco razones para esperar
Entre los puntos que juegan a favor de alargar la espera, está la inflación. La Fed no espera tocar el objetivo del 2 por ciento hasta 2017, en un momento en que la caída en los precios del crudo a nivel global y la debilidad mundial siguen exportando cierta deflación a EEUU.
Al mismo tiempo, el mercado parece estar poco preparado para una subida. Como comentábamos sólo el 25 por ciento de los operadores espera un incremento de tasas mientras el crudo sigue sin recuperarse, el dólar sube y la curva de la rentabilidad de los bonos del Tesoro a largo plazo sigue plana. Condiciones que no hacen esperar una subida tipos.
En tercer lugar no se pueden obviar los vientos en contra, especialmente si llegan de China. El debilitamiento de la economía asiática pasa factura a otros grandes emergentes así como a otras economía regionales. Al mismo tiempo, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional estiman que Yellen debería esperar hasta 2016 para apretar las tuercas monetarias, brindando algo de aire al resto de países emergentes. Muchos de ellos han visto como su deuda denominada en dólares se ha disparado en los últimos años.
La Fed ha reiterado que su decisión depende de los datos. Por un lado, el paro ronda ya el pleno empleo pero, por otro, la inflación sigue sin repuntar. Si la Fed se inclina más por los precios estaría justificada la espera. Del lado laboral, si rascamos un poco, podemos ver como la tasa de participación sigue asentada en el 62,6 por ciento, mínimos de las últimas tres décadas.
Por último la volatilidad se ha convertido en el nuevo sambenito de los mercados mundiales, especialmente desde el mes de agosto. Una señal a la que la Fed no presta demasiada atención pero que hace preguntarse por qué Yellen y sus funcionarios deciden iniciar la primera subida de tipos de interés de los últimos nueve años en un momento de inestabilidad e incertidumbre para la economía mundial.