Bratislava/Budapest, 14 sep (EFECOM).- Las medidas fiscales introducidas en Eslovaquia en los últimos años han hecho aguzar el ingenio a los gabinetes jurídicos húngaros, que se aprovechan de las facilidades del país vecino y compensan el encarecimiento por los nuevos impuestos introducidos por el gobierno húngaro.
Ciudades netamente húngaras como Komarno, pero que se encuentran en el margen eslovaco del Danubio, se están beneficiando de un creciente turismo fiscal, debido no sólo a la transparencia y menor coste local, sino a la confusión creada por el sistema húngaro recién introducido.
"Parece que ahora esta tendencia es mayor", indicaron a Efe fuentes de la gestoría de Gyzela Nagyova en esa localidad eslovaca de 28.000 habitantes.
Nagyova también tiene entre sus clientes a bufetes de abogados, que sirven de correa de transmisión para asesorar a empresas extranjeras que invierten en Hungría, de lo que se beneficia la pequeña democracia del Danubio.
Eslovaquia adoptó en esta década un moderno régimen fiscal de impuesto único, con una carga del 19 por ciento, y al que están sujetos los beneficios de sociedades, renta de personas físicas y el valor añadido, y además no tiene doble imposición de dividendos.
Empresas de todos los sectores erigen su domicilio fiscal en una oficina alquilada y tienen un servicio de contabilidad local, con facturaciones emitidas en inglés y utilizando el euro como moneda en las transacciones bancarias, que se realizan a través de la cuenta eslovaca.
Komarno tiene además la ventaja de sus bajos costes, y dista apenas una hora de Budapest y a otra hora de Bratislava.
El 1 de septiembre entró en vigor en Hungría un nuevo régimen fiscal conocido como "Adomix", aprobado por el gobierno del socialdemócrata Gyurcsany, que violó así su promesa preelectoral de reducir impuestos.
Además, ha indicado que no contempla una disminución de las cargas fiscales hasta el 2011, y por el contrario ha endurecido los controles de Hacienda, mejorando en un 46 por ciento la recaudación por este concepto, y desatando numerosas denuncias al Tribunal Constitucional por parte de empresas.
Su gabinete de coalición de centro-izquierda ha sido artífice de la nueva tasa de solidaridad del 4 por ciento sobre la base imponible, del impuesto de lujo, y del gravamen de los rendimientos de capital y de las plusvalías en bolsa, en el 20 por ciento.
Al mismo tiempo, se aumentan los impuestos tradicionales de sociedades, que pasan del 15 al 25 por ciento, del valor añadido (IVA), que pasa del 15 al 20 por ciento, y por los rendimientos del capital.
Aumenta asimismo la fiscalidad para las retribuciones en especie, pasando del 44 al 54 por ciento, desalentando esta modalidad de pago.
Una sociedad de responsabilidad limitada tiene en Hungría un capital social mínimo de 3 millones de forintos (11.000 euros), cuesta constituirla 150.000 forintos (550 euros) y tarda como mínimo un mes en registrarse.
En Eslovaquia, el capital mínimo son 200.000 coronas eslovacas (5.250 euros), crearla cuesta 1.000 euros y se la puede tener registrada en tres semanas.
Fuentes de la embajada húngara en Bratislava confirmaron a Efe que la emigración de compañías desde Hungría hacia Eslovaquia es un largo proceso, que se inició alrededor del 2000.
"Los pequeños y medianos empresarios magiares desde esa fecha se interesaron en Eslovaquia, debido también a las facilidades que aseguraba la cercanía", y "esta tendencia se acentuó después de la integración de los dos países a la Unión Europea y las reformas del sistema impositivo", precisó el agregado comercial, Tibor Varga.
Varga considera que "el nuevo gobierno (del socialdemócrata Robert Fico) lleva una política 'inversa' respecto al sistema impositivo", ya que "la nueva coalición prácticamente inició la política de 'romper' el sistema unificado de impuestos, para asegurar fondos para las reformas sociales".
El diplomático magiar augura, por estos motivos, una disminución del interés por Eslovaquia entre las empresas húngaras. EFECOM
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