
En 2010 Grecia aceptó un rescate en el que las conocidas hoy como 'instituciones' eran los acreedores y Grecia el deudor. En los detalles del documento en el que se especifica la ayuda financiera el FMI y la Comisión Europea pronosticaban que la deuda de Grecia nunca superaría el 150% sobre el PIB (hoy es el 180%) y que Grecia en 2015 tendría un PIB un 8% superior al de 2011, sin embargo hoy el PIB de Grecia es un 10% inferior al de 2011.
Tal y como publica Bloomberg, el FMI y la Comisión Europea suelen realizar pronósticos que pecan de optimistas en tiempos de crisis. En un documento realizado por el economista de la Universidad de Nueva York, Bill Easterly, se puede concluir que las previsiones de crecimiento para países altamente endeudados suelen ser siempre optimistas. Quizá, no ponderan con el suficiente peso el lastre que supone pagar la deuda y sus intereses para el crecimiento económico.
¿Por qué ocurre esto?
Parece que estas previsiones optimistas tienen como uno de sus fines evitar decisiones dolorosas. El crecimiento del PIB suele estar directamente relacionado con la sostenibilidad de la deuda, cuanto más grande es la producción menor es el ratio deuda sobre PIB, por lo que los acuerdos de rescate llegan a buen puerto antes y con unas condiciones más laxas para los países rescatados.
Al igual que los países que no logran crecer suelen ver como su deuda aumenta en términos relativos (respecto al PIB) y a veces en términos absolutos. De ahí, la tendencia de las instituciones a publicar que la situación económica futuro va a ser mejor de lo que realmente ocurrirá más adelante.
Desde el punto de vista de los deudores es muy positivo, puesto que una previsiones de mayor crecimiento suelen desembocar en previsiones de mayores ingresos fiscales, lo que da mayor margen a los deudores para hacer menos recortes del gasto público.
Por otro lado, también resulta positivo para los acreedores, puesto que pueden argumentar que las perspectivas de crecimiento futuro permitirá a los países rescatados pagar sus deudas, en lugar de afrontar, en ciertos casos, la realidad y aceptar una quita o una reestructuración de la deuda. Una quita significa que los acreedores han perdido parte del dinero prestado, algo que intentarán evitar hasta el último momento.
Por ello, desde Bloomberg creen que sería positivo separar el organismo y los expertos que realizan las previsiones económicas de los que negocian el rescate. Y es que, por ejemplo en el FMI el mismo equipo que trabaja proyectando las previsiones económicas también asesora sobre los paquetes de rescate de las naciones en apuros financieros.
Los equipos de control y vigilancia deben está totalmente separados de los equipos de expertos que se encargan de imponer las condiciones a los países rescatados. De este modo se lograría que la información fuese más independiente y posiblemente se ajustaría más a la realidad económica de cada país.