
El debate sobre el plan de ahorro energético de Miguel Sebastián se ha trasladado del Parlamento a la sociedad. Cada vez que se habla de ahorro energético son los coches los que suelen salir peor parados a pesar de que el consumo total de energía y su nivel de emisiones está muy lejos del que producen otro tipo de transportes como, por ejemplo, los aviones.
Pero es lógico que el incremento del parque automovilístico en los últimos años, sobre todo en las grandes ciudades, se acompañe de un cierto temor por el daño que pueda ocasionar a medio plazo. Ahora bien, a veces, tal y como ha ocurrido con las propuestas para ahorrar energía del Ministro de Industria, Miguel Sebastián, no se trata de lo que se querría que fuese sino de lo que realmente puede ser.
Un millón de coches en seis años
Pensar en la posibilidad de que de aquí a seis años puedan circular por nuestro país más de un millón de coches eléctricos e híbridos parece, como mínimo, descabellado si no se aplica un programa infinitamente más fuerte de incentivos que el Plan Vive para sustituir el parque automovilístico contaminante.
En España sólo tres marcas, Toyota, Lexus y Honda, disponen de modelos híbridos y, en el último año, apenas han llegado a 4.000 unidades matriculadas. Aunque los objetivos para este año, según fuentes de las propias marcas, duplican a los de 2007 es muy difícil pensar que se pueda llegar a las 200.000 unidades al año que presupone Sebastián para alcanzar un millón de este tipo de vehículos circulando por nuestras carreteras en 2014.
De hecho, los coches híbridos, que se consideran de transición entre el pasado y el futuro, ya llevan unos cuantos años implantados en el mercado y apenas tienen éxito entre los usuarios por su elevado precio. Además, ahora mismo, no están las cosas precisamente como para que la gente cambie de coche durante los próximos años tal y como se ha venido haciendo en los últimos tiempos. El sector está revuelto a todos los niveles y últimamente las previsiones de ventas se revisan a la baja cada mes.
No obstante, si se considera el reflejo de lo que ya está sucediendo en Estados Unidos, donde cada día aumenta más la demanda de coches híbridos, cabría pensar que aquí puede suceder lo mismo pero, como siempre, unos años más tarde y mediante un cambio en la producción a escala europea porque en España, por el momento, no existe esa capacidad de producción.
Ventajas
Lo que es más sorprendente es que no se haya considerado a las baterías de ion-litio o al hidrógeno como energías alternativas al petróleo teniendo en cuenta que grandes compañías, como General Motors o Toyota, ya han desarrollado modelos con este tipo de propulsores y cuya implantación podría estar muy cercana en el tiempo. La principal ventaja de estos vehículos es que no emiten dióxido de carbono al exterior con lo que la contaminación del automóvil sería nula.
Fomentar el transporte público para reducir el uso del transporte privado no supone ninguna novedad. Una vez más, la solución pasaría por incrementar las inversiones en cierto tipo de conexiones de transportes que pudiesen sustituir realmente, por tiempo, la efectividad del coche a la hora de realizar determinados trayectos. Y para que el uso de la bicicleta en las ciudades fuese real habría que analizar primero la orografía del propio terreno para llegar a la conclusión de si es o no viable la circulación de este tipo de transportes. Más real sería, promocionar el uso de la moto en la urbe porque, al fin y al cabo, reduce considerablemente el volumen de tráfico.
Disminuir la velocidad en un 20 por ciento en las entradas a las grandes ciudades apenas supondría un ínfimo porcentaje de ahorro de combustible, si es que es así porque en la mayoría de los casos para reducir la velocidad habría que reducir una marcha y por tanto aumentaría el consumo.
Además, el descenso de la velocidad puede incrementar el tiempo de desplazamientos y provocar los consiguientes atascos con lo que, al final, aumentaría el consumo total. Lo comido por lo servido. Tan es así que el propio Ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, reconoció que no se puede aprobar esta medida hasta que se haya estudiado a fondo porque es, precisamente, a 90 km/h a la velocidad a la que menos se consume.
Energías no tan limpias
El uso de biocarburantes tiene cada día más detractores por los daños colaterales que puede producir el aumento del consumo de materias primas como el trigo. A nadie se le escapa que este incremento puede incidir directamente en el precio de los alimentos, como el pan, y repercutir de forma muy directa en el bolsillo del consumidor.
La cuestión es que para producir los biocombustibles hay que emplear los suficientes recursos como para generar un alto nivel de contaminación en las plantas de producción, con lo que se podría acabar contrarrestando los beneficios del biocombustible con los efectos negativos de su producción.
Además, el consumo final en un vehículo que utilice bioetanol o biodiésel no es un consumo "cero", por lo que resulta una medida a corto plazo, un mero parche. Pero los estudios de cara al futuro de la automoción ya se centran en otro tipo de energías menos contaminantes en la fase de producción y con mayores posibilidades de desarrollo para los coches del futuro.