
El Fondo Monetario Internacional ha publicado un análisis donde hace repaso a los elevados niveles de deuda de las economías avanzadas que, tras la Gran Recesión, alcanzan niveles históricos no vistos en los últimos 40 años. En el documento, los funcionarios de la institución se preguntan cuál es el ritmo adecuado para reducir estos impresionantes niveles y si merece la pena realmente reducir este gran endeudamiento.
En este sentido, el Fondo determina que "en algunos países, los niveles de deuda son extraordinariamente elevados y existe el riesgo de una crisis de financiación". También señalan que "la deuda es contraproducente para el crecimiento y debe ser reducida" mientras que para enfrentar posibles shocks fiscales en el futuro es necesario construir colchones para protegerse de dichos eventos.
Sin embargo, los expertos de la institución cuestionan algunos de estos principios. Es cierto que en algunos casos, véase Grecia, la deuda debe reducirse. En aquellas situaciones en que existe una brecha fiscal limitada (y el país en cuestión se encuentra en su límite de endeudamiento, donde el mercado amenaza con cerrar el grifo o carga importantes primas de riesgo), no hay más remedio que generar superávits presupuestarios.
"Pero esto no es apropiado para todos los casos", matizan desde el Fondo. Es por ello que el FMI ha creado tres categorías distintas (verde, amarilla y roja). En la primera, el espacio fiscal del país con un alto endeudamiento es amplio. Aquí hablamos de economías como Reino Unido, Alemania, Estados Unidos, entre otras. En la zona amarilla, esta brecha fiscal sigue siendo positiva pero existen riesgos soberanos. Portugal, Irlanda y en menor extensión España, al que el FMI pide cautela, entrarían dentro de esta categoría. Finalmente, en la última categoría, no existen opciones dada la falta de sostenibilidad de la deuda y es necesario rebajarla, como es el caso de Grecia, Italia o Japón.
Curiosamente, para los países con una buena posición fiscal, "el beneficio para reducir sus deuda es pequeño, ya que aunque las crisis soberanas suelen ser costosas cuando ocurren, es cierto que su frecuencia es muy limitada, incluso con altos niveles de endeudamiento", señalan desde Washington. "El riesgo de crisis casi no se reduce cuando se recorta la deuda desde el 120 al 100 por ciento del PIB", indican. Los funcionarios del Fondo indican que, en estas ocasiones, el coste de la reducción de la deuda puede ser enorme, incluso aunque los ajustes se extiendan a lo largo de varios años. "la distorsión impositiva o los recortes en gasto de producción, necesarios para registrar un superávit primario, pueden tener efectos negativos permanentes en la producción y el consumo", advierten.
Por otro lado, es cierto que reducir los niveles de deuda suele beneficiar el crecimiento, ya que los impuestos necesarios para costear dicha deuda suele reducir incentivos para el capital y la mano de obra, lo que suele tener un impacto negativo en el crecimiento. Aún así, en ocasiones, es peor el remedio que la enfermedad. "A veces, la reducción de deuda requiere infligir distorsiones sobre la economía, lo que suele lastrar la inversión y el crecimiento", señalan.
En última instancia, el FMI también estima que es necesario generar colchones en los buenos tiempos para poder enfrentar catástrofes futuras, como una crisis financiera, que obligue a un gobierno a incrementar su emisión de deuda. Si los niveles de deuda son excesivamente altos cuando esto ocurra, el gobierno en cuestión tendrá que enfrentar unos costes y primas más elevadas. De ahí que incluso los países en la zona verde, deban encontrar el balance correcto. Dicho esto, aunque los bajos niveles de deuda aporten un mayor margen de contingencia, en ocasiones esto es una mera "ilusión" especialmente, cuando mantener niveles bajos de endeudamiento pesan sobre la inversión y la producción.
"Las economías avanzadas cuentan con los niveles de endeudamiento más altos desde la Guerra Mundial pero no todos los países están en el mismo barco", advierten desde el Fondo. "Para algunos la sostenibilidad es precaria y reducir los niveles de deuda es un imperativo", aseguran. "Otros se encuentran en una situación más ambigua, donde no hay riesgos inmediatos de financiación pero tampoco hay espacio para ser complacientes", añaden. De hecho, sólo algunos países se encuentran en la zona verde, donde su contexto fiscal les permite relajarse.