
El espejismo de los datos difundidos con antelación por el Ministerio italiano de Trabajo se ha roto: el 23 de abril el titular de la cartera Giuliano Poletti había anunciado unos datos preliminares que indicaban 92.000 nuevos contratos en marzo -el primer mes de la reforma laboral- con una subida de casi el 50% de los contratos a tiempo indefinido.
Por aquel entonces, sin embargo, la oposición había alertado que para confirmar el entusiasmo del Gobierno había que esperar los datos definitivos de Istat, el instituto nacional de estadística.
Su llegada el pasado jueves cayó como un jarro de agua fría sobre el Ejecutivo de Matteo Renzi: la tasa de paro volvió a subir en marzo un 0,2 por ciento con respeto a febrero, mes en el que el dato ya había registrado un ligero aumento. Los datos de Istat muestran que la senda positiva de diciembre y enero, cuando el desempleo había empezado a bajar, se interrumpe: la tasa de paro ha llegado hasta al nivel del pasado noviembre, cuando todavía Italia parecía sumida en el túnel de la recesión. El dato italiano, es cierto, sigue siendo muy bajo con respeto al español, con un desempleo de 13 por ciento. Sin embargo los cálculos transalpinos son diferentes, ya que Roma sigue contando como empleados algunos trabajadores que cobran un subsidio provisional como consecuencia de expedientes de regulación de empleo.
En ayuda del Gobierno, el instituto de estadística alertó la semana pasada que todavía es temprano para ver los efectos de la reforma laboral, que ha entrado en vigor el 7 de marzo. Sin embargo ha sido el mismo Ejecutivo quien ha disparado las expectativas difundiendo datos provisionales muy positivos una semana antes de Istat. Es que Renzi esperaba para su reforma un arranque más alentador: de hecho la ley, llamada con el termino inglés "Jobsact", no solo simplifica y abarata el despido (introduciendo en caso de despido improcedente, una indemnización, mientras anteriormente el trabajador podría pedir la reintegración en su puesto), sino prevé que las empresas no paguen cuotas a la seguridad social durante tres años por cada nuevo contrato a tiempo indefinido. Una medida que, en las intenciones del primer ministro, debería facilitar las nuevas contrataciones, sobre todo de jóvenes, gracias a las conversión de contratos precarios en contratos más estables. Pero tampoco este objetivo se ha conseguido durante el primer mes de aplicación de la reforma: el desempleo juvenil en marzo subió 0,3 puntos, hasta llegar al 43,1 por ciento.
Ahora el Gobierno pide un poco más de tiempo para ver los efectos de la reforma. Sin embargo es precisamente la actitud desafiante de Renzi, la que se le vuelve en contra: el primer ministro no solo sigue acusando a todos sus opositores de ser pesimistas; sino que, además, cuando alguien pone trabas a su agenda de reformas, no duda en prevaricar las oposiciones y el Parlamento. Su ultima decisión, aprobar la nueva ley electoral a través de una serie de mociones de confianza en el Parlamento, ha levantado las criticas tanto de la oposición, como de una parte de su partido.
Así que, para salir del aislamiento en el que se ha metido, Renzi tiene que demostrar que sus reformas - aunque aprobadas de manera apresurada - funcionan. Los datos del paro en marzo han supuesto un duro revés. Ahora sin embargo el primer ministro espera que, al afianzarse la recuperación, le ayude a salir adelante y a conquistar consensos, sobretodo en víspera de las elecciones autonómicas de mayo.
Las iniciativas del primer ministro
El primer ministro italiano, Matteo Renzi superó la pasada semana la segunda de las tres mociones de confianza convocadas para sacar adelante la reforma electoral, a la que se han opuesto no sólo partidos opositores sino también decenas de miembros del Partido Democrático (PD), al que pertenece. La reforma, conocida como 'Italicum', ha sido discutida en el Parlamento durante más de un año y Renzi ha apostado su futuro político a esta ley electoral.