
El pasado mes de enero, el Fondo Monetario Internacional revisaba al alza sus proyecciones de crecimiento para la economía española. De hecho, posicionaba a nuestro país como la locomotora económica de los cuatro ases de la eurozona (Alemania, Francia e Italia). El organismo subía sus estimaciones en tres décimas, de cara a una expansión del 2% en 2015. Para el año que viene, las previsiones se mantenían intactas en el 1,8%. El FMI publica hoy su nuevo informe sobre la economía española.
Recordemos que España crecía a un ritmo del 3,4% en 2007, en la cima de la burbuja inmobiliaria. Sin embargo el azote de la crisis financiera mundial hundió su crecimiento hasta el 0,9% un año después para sumirse en una recesión en 2009 y 2010. La economía repitió cifra negativa, del 1,6% en 2012, cuando se llegó a temer por su viabilidad. No fue hasta el año pasado cuando recuperó la senda del crecimiento, con un avance del 1,3%.
Sin embargo, estas previsiones se quedan cortas si tenemos en cuenta que el Banco de España mejoraba recientemente en ocho décimas, hasta el 2,8%, la previsión de crecimiento en 2015. Esta cifra supera incluso en cuatro décimas las estimaciones anunciadas por Mariano Rajoy. Desde J.P. Morgan estiman un crecimiento para Alemania y España del 3%, de ahí que la eurozona en su conjunto mejore su crecimiento. "En España, la actividad ya se expande a un ritmo del 3%", aseguraron recientemente desde la entidad.
De momento, parece que las señales son esperanzadoras. Los datos económicos siguen siendo mejor de lo esperado y la región se beneficia de los precios del petróleo, la reducción del ajuste fiscal y la relajación de las condiciones financieras (debilidad del euro, tipos de interés más bajos y precios de las acciones mucho más consolidados) provocadas en parte por la implantación del programa de compra de activos del Banco Central Europeo.
Algunos de los países periféricos, con España a la cabeza, también han hecho importantes progresos en la mejora de su competitividad y la adopción de reformas estructurales que fomenten el crecimiento, mientras la región en su conjunto ha apuntalado su sistema bancario. El riesgo de deflación ha retrocedido ya que las expectativas de inflación se han estabilizado e invertido parte de su declive anterior, apoyado por las mejoras reales y potenciales de la demanda agregada y el 'QE' del BCE.