Primero la mala sorpresa de la producción industrial; después la caída de las exportaciones. La economía italiana no ha empezado 2015 con el pie derecho. Y los datos de enero, recién difundidos por el Instituto Nacional de Estadística (Istat), pintan un cuadro poco alentador para un país que está todavía intentando levantar cabeza.
Las alarmas en Roma aún no se han disparado: según los analistas italianos se trataría de pasos en falso que, sin embargo, no comprometen la recuperación. Mientras tanto ese comienzo de 2015 nada boyante está pasando factura al PIB que amenaza con crecer menos del 0,2% previsto para el primer trimestre (con un objetivo de crecimiento del 0,6 para todo el año).
La culpa de esa recuperación al ralentí es sobre todo de la producción industrial: el dato difundido por Istat el pasado 10 de marzo indica una caída del 0,7% en enero con respeto a diciembre. Según la oficina de análisis del principal banco doméstico italiano, Intesa Sanpaolo, el primer desliz de la industria italiana desde septiembre representa un riesgo para la recuperación, aunque de momento no tan grande: "El dato de la producción industrial de enero es muy decepcionante y pone en riesgo nuestra estimación de un crecimiento del PIB del 0,2% en el trimestre en curso con respecto al anterior. Sin embargo, los datos de diciembre y enero siempre son muy volubles al estar condicionados por las fiestas. En ese sentido esperamos una rebote en febrero" explica el economista de Intesa, Paolo Mameli.
¿Esperanza?
La esperanza, tanto de los analistas como del Gobierno, es que un conjunto de factores (la caída del precio del petróleo, la inyección de liquidez del Banco Central Europeo, y la depreciación del euro con respeto al dólar) ayuden a un país que tiene que importar muchos hidrocarburos, necesita atraer capitales y basa la economía en la venta internacional de sus productos (en los sectores agroalimentario, de la moda pero sobre todo de la maquinaria industrial).
En este cuadro los datos sobre las exportaciones, difundidos la semana pasada, representan una nota discordante, ya que las ventas hacia el exterior deberían ser el fundamento de la recuperación italiana. En enero, sin embargo, su caída fue del 2,5% respeto al trimestre anterior, mientras las importaciones subieron el 1%. "Las reducción de las exportaciones indica una contracción de las ventas tanto hacia los mercados europeos (-2,6%) como hacia los extra-europeos (-2,4)", indica Istat.
La balanza comercial sigue en positivo por 219 millones, pero es gracias a las relaciones con otros países europeos (452 millones), mientras hay un déficit con los mercados que están fuera de la UE. Un fenómeno que se debe, según los analistas, a la crisis de Ucrania y a la guerra comercial entre Rusia y Europa, además de a los efectos recesivos de la caída del petróleo sobre la economía global. De hecho la caída de las exportaciones italianas está causada por Rusia (-36,7%) y América Latina/Mercosur (-24%), mientras que las ventas hacia EEUU van viento en popa (+23,5%).
El problema es que - a pesar del optimismo del Gobierno de cara a los próximos meses - los datos demuestran que la recuperación de la economía italiana sigue siendo demasiado frágil; y, a la espera de que la aprobación de las reformas estructurales prometidas por Renzi refuerce su competitividad, muy subordinada a factores externos.