
La decisión de Arabia Saudí de liderar una coalición militar contra los rebeldes hutíes en Yemen, aparentemente en respuesta a una petición de ayuda por parte de un gobierno vecino, también está motivada por el miedo que cunde en el Golfo Pérsico a la influencia de Irán. Es la Guerra Fría de Oriente Medio, como la definen algunos expertos.
Anwar Gargash, ministro de Asuntos Exteriores de los Emiratos Árabes Unidos, lo expresó así en una entrevista con Bloomberg: "Con el golpe de Estado de las milicias hutíes, Iran pensaba que tenía la oportunidad estratégica que quería en Yemen. Irán se ha apuntado victorias importantes en Irak y Líbano y está tratando de consolidar su influencia en Siria".
Otros asegura que el rol de Irán en Yemen es relativamente menor, que los acontecimientos son esencialmente de naturaleza interna, con los hutíes aliándose con el presidente derrocado.
En cualquier caso, Yemen se ha convertido en el último terreno de batalla entre Arabia Saudí, el centro del Islam suní, e Irán, el país más importante de la corriente chií.
Cruce de acusaciones
Arabia Saudí, el mayor exportador de petróleo del mundo, acusa a Irán de fomentar los disturbios en Bahrein y también entre la propia minoría chíi en el reino saudí, mientras que Irán y sus aliados acusan a los saudís de financiar los grupos extremistas suníes. Ambos también han chocado en Siria, aunque en principio los dos luchan contra el Estado Islámico.
Las relaciones entre las dos potencias regionales llevan mucho tiempo siendo tensas por su diferente visión sobre el Islam, el deseo de liderar el mundo musulmán y las relaciones con Occidente en general y EEUU en particular.
Por ejemplo, tras la revolución iraní de 1979, el país acusó a Arabia Saudí de ser un agente americano mientras que los saudís acusaron a Irán de querer exportar su revolución a otros lugares como Irak. Irán también ha cuestionado que Arabia Saudí se encargue de custodiar La Meca y Medina, lugares sagrados del Islam.
Los últimos esfuerzos de EEUU para llegar a un acuerdo con Irán sobre su programa nuclear han hecho saltar las alarmas en Arabia Saudí, que siempre ha cuidado su papel como aliado de EEUU.
Un mensaje para Irán
"Temen que Irán pueda interferir en territorio saudí", explica Jane Kinninmony, investigadora de Chatham House. "Están tratando de mandar un mensaje a Irán, no van a tolerar lo que ven como una intervención iraní en su patio trasero".
En Siria, los combatientes de Hezbolá, respaldados por Irán, ayudan al presidente Bashar al-Asad, mientras que Arabia Saudí apoya a los rebeldes suníes. En Irak, el gobierno chií está luchando contra los militantes suníes del Estado Islámico. Irán niega que interfiera en la región y acusa a los suníes de discriminar a los chíies.
En Yemen, "hay un proceso político, un gobierno legítimo y seis meses atrás las milicias hutíes apoyadas por Irán básicamente derrocaron al gobierno legítimo", añade Gargash, ministro de Exteriores de EAU. "El golpe en Yemen fue un cambio estratégico".
Guerra civil en Yemen
Los hutíes, que el mes pasado expulsaron al presidente Abdo Rabu Mansur Hadi de la capital de Yemen, son seguidores de la secta zaidí, ligado al chiismo. El año pasado marcharon desde sus bases en el norte del país hasta capturar Saná antes de estrechar lazos con Irán al enviar una delegación este mes a Teherán para negociar una cooperación económica.
Apenas unas después del ataque de Arabia Saudí, Irán condenó los bombardeos. Alaeddin Boroujerdi, presidente del comité de seguridad y política exterior del Parlamento iraní, advirtió que los ataques se volverán en contra del reino saudí.
"Los problemas del pueblo de Yemen deben ser solventados por el pueblo de Yemen", aseguró a la radio pública iraní. "Arabia Saudí se ha metido en un barrizal peligroso". Esta visión contrasta con lo que Arabia Saudí ha descrito como una operación para proteger al "gobierno legítimo"de Yemen.
Miedo a que se convierta en una nueva Libia
Eckart Woertx, experto en el Golfo e investigador en el Barcelona Center for International Affairs (CIDOB), asegura que "este sentimiento anti-chií no es solo una cuestión política, sino que también forma parte de la postura violenta anti-chií del wahhabismo (la corriente suní mayoritaria), por lo hay mucha sensibilidad y muchas imágenes que conforman esta enemistad".
Hay riesgo de que la intervención "refuerce el apoyo popular a los hutíes como defensores de la soberanía yemení y cree más oportunidades" para grupos terroristas como Al-Qaeda o el Estado Islámico en Yemen, según Frederic Wehrey, experto en Oriente Medio del Carnegie Endowment for International Peace. "Creo que el efecto es peligroso para el futuro camino que tome Yemen".
El conflicto en Yemen preocupa porque se teme que el país, que estuvo dividido en dos estados separados hasta 1990, acabe desintegrándose como Libia, donde dos gobiernos rivales y sus milicias siguen peleándose por el control de ciudades, aeropuertos y pozos petrolíferos.