
Las comunidades autónomas se embolsaron en 2014 un total de 187,1 millones de euros recaudados por el Estado en 2014 por el impuesto sobre los depósitos bancarios. De esta cifra, Madrid fue la región que más recibió, 66 millones de euros, seguida de Cataluña, que cobró 32 millones, y Andalucía, con 18 millones.
Esa cantidad equivale al 50% de lo ingresado por el Estado, ha informado el Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas. El resto queda pendiente de la liquidación definitiva del impuesto por parte de las entidades financieras.
Las cuantías abonadas al resto de comunidades son las siguientes: Aragón, 5,1 millones; Asturias, 4,5; Baleares, 3,3; Canarias, 3,8; Cantabria, 1,9; Castilla-La Mancha, 6,1; Castilla y León, 10,9; Extremadura, 2,7; Galicia, 11,7 millones de euros; Murcia, 3,7; La Rioja, 1,2; y la Comunidad Valenciana, 15,3 millones.
Polémico impuesto
El impuesto sobre los depósitos bancarios fue creado en 2013 por el Gobierno con la intención de dar un "tratamiento homogéneo" a un tributo que estaban implantando algunas comunidades. Con la regulación estatal, el impuesto desapareció en las autonomías que, por su cuenta, lo habían establecido, como fue el caso de Cataluña o Extremadura.
El año pasado, el Ejecutivo elevó el tipo al 0,03% con efectos desde el 1 de enero de 2014, para lograr una recaudación con la que compensar los ingresos previstos por las autonomías. Para 2015, la estimación ronda los 316,7 millones de euros.
Según el Gobierno, la creación del nuevo impuesto estatal, que lo deben pagar las entidades financieras, pretende que los depósitos de los bancos reciban un tratamiento tributario homogéneo y el sistema financiero no pierda eficiencia. El objetivo es, por tanto, "potenciar y garantizar" la unidad de mercado, según el Ejecutivo.
El asunto ha provocado el intercambio de recursos entre las comunidades que habían regulado el impuesto y el Estado. La primera sentencia del Tribunal Constitucional llegó en 2012 y dio la razón a la Junta de Extremadura, pionera en crear este tributo para aumentar su recaudación. El alto tribunal avaló la capacidad de la comunidad para regular el impuesto, entre otros argumentos, por entender que no supone una traba a la libre circulación de capitales.