Las diferencias y la falta de confianza entre Grecia y sus acreedores europeos continúa en niveles tan elevados que pocos se atreven a dar por seguro que Grecia vaya a permanecer en el euro. La sima entre ambos lados alcanzó su máximo durante la segunda semana de febrero, cuando Atenas y los ministros de Finanzas del euro fueron incapaces de acordar un comunicado sobre los pasos a seguir para intentar acercar posturas.
El riesgo de una ruptura desordenada del euro fue tal durante aquellos días que el Parlamento Europeo empezó los preparativos para elaborar un informe sobre las consecuencias de un 'Grexit'.
Según ha podido saber elEconomista, el secretario general del Parlamento, el alemán Klaus Welle, solicitó la preparación de tal documento a la nueva dirección general de Servicio de Investigación Parlamentaria Europea, en una reunión durante el pleno que se celebraba aquella semana en Estrasburgo.
Según Welle, la Eurocámara debía estar preparada ante cómo se desarrollaría una eventualidad que cada día se veía más real, dada la inflexibilidad de las posiciones del Gobierno de Alexis Tsipras, quien entonces rechazaba solicitar la ampliación del rescate, y los europeos, quienes se negaban a rebajar las condiciones de tal solicitud.
Sin consulta previa
Welle es el funcionario de mayor rango en el Parlamento. No solo es responsable de toda la maquinaria administrativa, sino también una figura de gran influencia en el mapa político de Bruselas. El alemán, que pertenece a la órbita de la CDU, donde ocupó cargos menores, realizó la petición del informe de 'Grexit' sin consultar al presidente de la Eurocámara o a la conferencia de presidentes de los grupos políticos, el principal órgano político de la institución.
Cuando el presidente de la casa, el socialdemócrata alemán Martin Schulz, se enteró por canales internos de los preparativos del documento los abortó airado, dicen algunos. El socialdemócrata alemán consideró que no es el rol del Parlamento preparar informes basados en hipótesis, menos aún sobre temas tan sensibles y tan sólo con la iniciativa de los propios funcionarios, sin el visto bueno político.
Esta división entre el responsable del cerebro político de la Eurocámara y del cuerpo administrativo no sólo ilustra también las divisiones que existen dentro de la coalición gobernante en Alemania sobre 'Grexit' entre algunos miembros de la CDU, como el poderoso ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, y los socialdemócratas.
Estas diferencias han terminado por salpicar a la Comisión Europea, donde el comisario alemán, Günter Oettinger (CDU), ha mantenido una postura muy dura con Atenas en contra de la línea conciliadora que marca el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.
Al ser preguntado por estas informaciones, un portavoz del Parlamento negó que Welle hubiera pedido un informe o que tal informe se hubiese realizado. Por su parte, un portavoz de la oficina de Schulz se limitó a responder que el documento sobre 'Grexit' no existe.
Cuestión que ya no es tabú
La posibilidad de una salida de Grecia de la moneda común ha dejado de ser un tabú en las instituciones comunitarias, más aún cuando algunos miembros del Gobierno alemán, el principal acreedor de los griegos, están dispuestos a dejar que su economía se desgarre de la Eurozona. Schäuble, ya claramente se muestra a favor de tal posibilidad, que tan sólo logró evitar su jefa, la canciller Angela Merkel cuando intervino para facilitar el acuerdo de extensión del rescate durante cuatro meses en el pasado Eurogrupo del día 20 de febrero.
La impaciencia con Grecia, sobre todo entre los alemanes, va en aumento. Así, el jefe del grupo del Partido Popular Europeo, y miembro de la CSU (la firma regional de la CDU en Baviera) dijo que estaba "harto" con las maniobras de Tsipras, aunque añadió que nadie quería una salida de los griegos.
Este es el escenario central también de la Comisión Europea. Sin embargo, fue el propio Ejecutivo comunitario el que preparó un informe sobre las consecuencias de una ruptura del euro en los días previos a las elecciones griegas de junio de 2012. En aquella ocasión, Tsipras se quedó muy cerca de convertirse en primer ministro con una campaña a favor de volver al dracma. El informe concluyó que una ruptura del euro acarrearía más costes y daños tanto para Grecia como para el conjunto de sus socios.
Por su parte, portavoces comunitarios niegan que la Comisión haya vuelto a elaborar un nuevo informe. Y añaden que, a pesar que la Eurozona se ha dotado de instrumentos para absorber un shock de tal magnitud, con la unión bancaria, las pesimistas conclusiones del informe de 2012 se mantienen.