
"El ambiente está muy caliente", reconoce una fuente comunitaria a este diario al referirse a las negociaciones entre Grecia y el resto de socios del euro. Y cualquier chispa puede terminar en explosión.
Las declaraciones este fin de semana del primer ministro, Alexis Tsipras, en las que acusó a España y Portugal de torpedear el acuerdo de extensión de la ayuda con el Eurogrupo, fueron el último encontronazo. Sin embargo, la Comisión insistió ayer que no se va a dejar arrasar al barrizal, y mantuvo el foco "en lo que importa ahora": que Grecia aplique las reformas acordadas "rápidamente y con determinación", dijo la portavoz comunitaria Mina Andreeva.
Aunque el Gobierno español y portugués pidieron al Ejecutivo comunitario que interviniera, tras la queja formal que plantearon este fin de semana, la Comisión se escuda en que su papel es de mediador. Fuentes comunitarias reconocen que los comentarios de Tsipras fueron "desafortunados", pero quieren que la polémica se deshinche sola.
Y es aquí donde el esfuerzo está puesto, en buscar soluciones al pago de facturas y vencimientos que encara Grecia este mes. Sólo en marzo, debe cubrir 4.300 millones en pagos. La sombra del default y del pánico bancario sigue presente.
La semana pasada todo eran puertas cerradas. La Comisión pasaba la decisión al Eurogrupo. El presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, dijo que solo habría desembolsos una vez se concluyera la revisión del programa, es decir, en junio. Y desde los pasillos del Banco Central Europeo se sugería que no darían su visto bueno a la emisión de más deuda griega a corto.
Con Tsipras acorralado no sólo económicamente, sino también políticamente por los miembros más radicales de su partido, Dijsselbloem le abrió una vía para detener la escalada verbal con sus acreedores.
¿Se adelantarán los pagos al país?
Aunque el acuerdo del Eurogrupo del día 20 indicaba que no habría desembolsos hasta la finalización de la revisión, Dijsselbloem apuntó en una entrevista publicada ayer en Financial Times que si Atenas empieza a adoptar algunas de las reformas que prometió al Eurogrupo, podría haber un primer desembolso este mes.
Una fuente comunitaria comentó que la Comisión vería con buenos ojos esta solución, añadiendo que se podría dividir el desembolso por subtramos siempre que se cumpliera una serie de objetivos, como ya se hizo en el pasado con Grecia. Sin embargo, las mismas fuentes comentan que las instituciones y los socios del euro aún no han discutido este tema. El Eurogrupo se reúne el lunes, pero las fuentes sugieren que las discusiones podrían empezar antes.
Aunque la lista de reformas pendientes es larga y poco clara en puntos importantes, como el IVA, mercado laboral o pensiones, Tsipras ha priorizado la aprobación de su paquete de medidas sociales.
Algunos medios han sugerido falta de comunicación entre Atenas y los europeos en la elaboración de este paquete, que Atenas se comprometió a que no tuviera un impacto fiscal negativo en el presupuesto. Fuentes comunitarias negaron este extremo. Aseguran que la Comisión ha estado en contacto con el Gobierno de Syriza y conocen el contenido del paquete de medidas. Aunque no quisieron entrar a valorar su contenido, las fuentes tampoco señalaron que supusiera un desvío de los compromisos.
Lo cierto es que las maniobras de Tsipras no sólo provocan la incredulidad de la Comisión o el malestar de socios como España, también el claro enfado de eurodiputados de peso. El líder del PPE en la Eurocámara, Manfred Weber, dijo al medio Europolitics que estaba "harto" de los juegos griegos. Aunque el alemán indica que "nadie quiere un Grexit, critica duramente algunas de las promesas de Tsipras.