
Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo (BCE) salió ayer por la puerta grande del Parlamento Europeo. La Eurocámara apoyó abrumadoramente un informe que le felicita por el "excelente trabajo" realizado para gestionar las turbulencias financieras desencadenadas por la crisis de las hipotecas basura en Estados Unidos. El resultado de la votación fue de 501 votos a favor, 83 en contra y 78 abstenciones.
Trichet, arropado
La sesión plenaria que esta semana celebran en Estrasburgo los eurodiputados fue ayer el escenario de una exhibición de fuerza de Trichet contra Nicolas Sarkozy, presidente de Francia. Sarkozy, el líder europeo que más se ha esforzado en torpedear la independencia de la autoridad monetaria de Eurolandia, comparece hoy por la mañana ante un hemiciclo en el que todavía resuenan los olés y los vítores a Trichet.
Al golpe de mano se sumó otra de las primeras espadas de la política comunitaria: Jean-Claude Juncker, primer ministro de Luxemburgo y presidente del Eurogrupo (foro que reúne a los ministros de Economía y Finanzas de los 15 países que comparten el euro). Juncker aseguró que el aplauso del Parlamento Europeo a Trichet es compartido por el Eurogrupo; reclamó que se ponga "fin al debate estéril y fútil" sobre la independencia del BCE; y respaldó que el mandato del banco siga dando prioridad total a contener la inflación.
La operación ¿Por qué no te callas, Sarko? también fue secundada por el popular José Manuel García-Margallo, vicepresidente de la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios de la Eurocámar, quien vino a acusar a los Gobiernos que critican al BCE (el español y el francés) de buscar cabezas de turco en lugar de aportar soluciones a la crisis económica actual.
Estanflación y desempleo
El liberal sueco Olle Schmidt, autor del informe favorable a Trichet, subrayó que los Estados que en el pasado no lucharon contra la escalada de la inflación provocada por los choques petrolíferos, al contrario de lo que ahora está haciendo el BCE, terminaron sufriendo "desempleo masivo" y "estanflación" (estancamiento del crecimiento económico e inflación desbocada).
Trichet, por su parte, volvió a insinuar que no habrá más subidas de tipos de interés a corto plazo. Tampoco las descartó completamente, no vaya la inflación a descontrolarse más de lo esperado.
Y lanzó una advertencia velada. Pidió que empresas, gobiernos e interlocutores sociales se metan en la cabeza que él no cesará de combatir la inflación; que asuman sus responsabilidades; y que "no sobrecarguen la política monetaria". Más claro: si no ayudan a contener los precios, que no se extrañen ante más alzas de tipos de interés.
Para ayudarle, los Gobiernos deben mantener las cuentas públicas equilibradas y evitar que se dispare el gasto público; resistir a la tentación de subir el sueldo a sus funcionarios; atreverse a emprender reformas para liberalizar los mercados de bienes y servicios, y flexibilizar el laboral; y no echar leña al fuego con subidas de impuestos, tasas y tarifas reguladas. Los interlocutores sociales no deben reclamar subidas salariales en consonancia con la inflación sino con los incrementos de productividad. Y las empresas, moderarse al fijar precios.