
En la Calle del Muro, los tiburones, mosqueteros y robin hoods miden su éxito a través de sus suculentos salarios, muchos de los cuales son un verdadero escándalo a ojos de la clase media estadounidense. Un individuo que gane una media de 52.000 dólares anuales, el sueldo medio de la mayor economía del mundo, tendría que trabajar 400 años para embolsarse más o menos lo que Jamie Dimon, consejero delegado de J.P. Morgan ganó el año pasado.
Pero el que fuera niño mimado de Wall Street, especialmente durante la resaca dejada por la crisis financiera de 2008 sigue quedando relegado a un segundo puesto en lo que a salarios y bonificaciones se refiere. Como viene siendo costumbre, Lloyd Blankfein, el mandamás de Goldman Sachs se llevó en 2014 alrededor de 24 millones de dólares en sueldo, efectivo y participaciones en el banco estadounidense. Según los datos dados a conocer en las últimas horas, el consejero delegado de la entidad mantuvo un salario base de 2 millones de dólares, más 4,7 millones de dólares en opciones restringidas de Goldman y otros 7,3 millones de dólares en valor de bonus en efectivo.
Su compensación continúa con una senda ascendente. En 2012 recibió un total de 21 millones de dólares y un año después otros 23 millones de dólares. El tercer as de la banca de inversión, James Gorman, el CEO de Morgan Stanley, se distancia de Blankfein y Dimon con una bonificación en acciones restringidas por valor de 4,4 millones de dólares. Eso sí, la entidad no ha dado a conocer otros componentes de la compensación de su mandamás.
Aunque estas cifras ponen los pelos de punta a muchos ciudadanos de a pie no se aproximan, ni por asomo, a los sueldos de los multimillonarios que regentan algunos de los hedge funds más importantes del país, como Ray Dalio, de Bridgewater Associates o el conocido inversor George Soros.
Aún así pone de manifiesto que más de seis años después de la explosión de las hipotecas basura que provocó el colapso de Bear Stearns y Lehman Brothers, los intentos de la reforma financiera Dodd-Frank por vigilar a las entidades demasiado grandes para caer por su riesgo sistémico y frenar los desorbitados salarios sigue brillando por su ausencia. Si no que se lo digan a Dimon. El capitán de J.P. Morgan, pese a contar con una carrera salarial mucho más estable que la de Blankfein, se embolsó el año pasado un total de 20 millones de dólares.
De esta cifra, 1,5 millones fue su salario base, 11,1 millones de dólares su participaciones restringidas en el mayor banco de EEUU y alrededor de 7,4 millones de dólares en efectivo a modo de aguinaldo. En su defensa, el año pasado fue la primera vez desde 2011 que Dimon recibió un bonus en efectivo. Aún así, no debemos olvidar que J.P. Morgan ha tenido que desembolsar alrededor de 23.000 millones de dólares en multas por distintas causas judiciales y sus malas prácticas a la hora de gestionar activos hipotecarios.
Ambos ases de la banca estadounidense se han blindado de los recortes salariales que han infligido a sus empleados. Recordemos que J.P. Morgan impuso un recorte medio de sueldo del 1,4 por ciento en su negocio corporativo y de banca de inversión. Goldman Sachs rebajó el salario a sus empleados en un 1,2 por ciento en 2014.
Según la agencia Reuters, gigantes como Goldman Sachs se gastó en 2014 un total de 12.690 millones de dólares en contribuciones salariales a sus 34.000 empleados. El bonus medio dentro de la entidad sigue oscilando los 373.000 dólares pese a la caída del 2,6 por ciento con respecto a 2013. El New York Times apunta que, pese a que las bonificaciones en Wall Street han caído desde la recesión de 2009, el mercado inmobiliario de lujo en la Gran Manzana sigue estando copado por los empleados de la industria financiera. Según Cindy Scholz, agente inmobiliaria encargada de buscar casa para clientes de este perfil, la demanda de pisos de dos habitaciones a un precio medio de dos millones de dólares, se ha convertido en el pan de cada día de los comúnmente conocidos como wallstreeters.