
La Reserva Federal de Estados Unidos se encuentra en pleno camino hacia la normalización monetaria y los mercados emergentes deben prepararse para superar una prueba de fuego. Colectivamente deben 5,7 billones de dólares, una moneda que no pueden imprimir y sobre la que no tiene control. Esta deuda en divisas se ha triplicado en sólo una década, dividida entre 3,1 billones en préstamos bancarios y 2,6 billón en bonos. Podría decirse que es la mayor cantidad de préstamos transfronterizos de los últimos dos siglos.
Los funcionarios de Banco Internacional de Pagos (BIS, por sus siglas en inglés) afirman en privado que los países en desarrollo pueden ser tan vulnerables a un shock del dólar como lo fueron en el ciclo de endurecimiento de la Fed de finales de 1990, que culminó con un default de Rusia y la crisis asiática. La diferencia esta vez es que los mercados emergentes supone en estos momentos la mitad de la economía mundial. Sus niveles de deuda agregada han alcanzado un récord del 175% del PIB, un aumento de 30 puntos porcentuales desde 2009.
Según explica Erico Matias Taveres, analista de Sinclair, "hay sintomas de importantes problemas en los mercados emergentes". "El diferencial de rendimiento entre los mercados emergentes de alto grado y la deuda corporativa con calificación AAA de Estados Unidos casi se ha duplicado en menos de tres semanas hasta su nivel más alto desde mediados de 2012".
Si los inversores terminan optando por una fuga de los mercados emergentes por cualquier razón, con estos niveles de exposición sin precedentes podrían desatar una situación similar a la crisis financiera de 2008. Por un lado, los bancos europeos están sumamente expuestos a los mercados emergentes. Cualquier alteración en sus cuentas probablemente hará imposible la entrega de nuevos préstamos, en un momento en que ya existe una escasez de crédito en Europa.
Y si las economías emergentes se tambalean, el efecto será nefasto ya que el crecimiento de estos países es necesario para que las economías occidentales, especialmente europeas terminen de sanar. Se solía decir que cuando la economía de Estados Unidos estornuda el resto del mundo se resfría. Ahora parece que un traspiés de los mercados emergentes podría pone en jaque a la economía mundial.