En un momento en que la economía de Estados Unidos sigue viento en popa y la Reserva Federal mantiene su hoja de ruta hacia la normalización monetaria, la escalada ascendente del dólar se ha convertido en un arma de doble filo. Los deudores que han aprovechado los más de seis años de dinero barato para endeudarse dado el coste casi cero de la moneda estadounidense tendrán que asegurarse a partir de ahora que cuentan con los suficientes ingresos para efectuar sus pagos. Según los expertos, esta situación plantea un riesgos para la estabilidad financiera mundial.
Las cifras al respecto son bastante sorprendentes. En estos momentos, el endeudamiento del sector privado en manos los bancos internacionales asciende hasta los 9,5 billones de dólares, según los últimos datos del Banco de Pagos (BIS por sus siglas en inglés). A esta suma habría que añadir otro medio billón de dólares más en deuda corporativa emitida por las distintas empresas en países emergentes para financiarse entre 2009 y 2013.
En estos momentos es casi imposible hacer inventario y discernir cuáles de estas deudas deberán pagarse o no en dólares estadounidense, pero como apunta Andy Mukherjee en un editorial para Reuters, es fácil asumir que buena parte de ella está denominada en moneda estadounidense. Esto podría plantear un verdadero reto que amenazaría de nuevo la estabilidad de la economía mundial.
Desde el pasado mes de junio, el dólar se ha revalorizado más de un 12 por ciento frente a una cesta de divisas internacionales. El repunte de la economía estadounidense, la caída en los precios del crudo y la normalización monetaria apuntan que el dólar mantendrá su escalada alcista en 2015. Esto podría poner presión sobre el apalancamiento de las empresas y otras entidades en un momento en que la demanda doméstica se está debilitando en mucho países emergentes.
El riesgo de un susto relacionado con este asunto podría suceder en China. En estos momentos la exposición de los bancos internacionales a deuda del país se ha disparado hasta un 28 por ciento de su portafolio en países emergentes. Si un debilitamiento del gigante asiático obligase al Banco Popular de China a devaluar significativamente el yuan frente al dólar, el pago de 1,1 billones de dólares a los acreedores internacionales podría quedar en entredicho. Aunque Pekín tiene poder para controlar los impagos a nivel nacional, un evento similar a nivel internacional podría causar un efecto dominó en el sistema financiero global. Esto convertiría el quebradero de cabeza de 10 billones de dólares en una migraña crónica para la economía mundial.