Baja productividad, competitividad, envejecimiento, inmigración, desigualdad, desempleo, sostenibilidad de las finanzas públicas. Estos problemas normalmente se asocian con países del sur de Europa, como España. Sin embargo, también empiezan a preocupar en los vecinos del norte: el modelo nórdico, a pesar de su éxito, también necesita una revisión.
Así lo recoge el diario Financial Times, que ha conversado con varias personalidades de diferentes tendencias que alertan de que si no hay reformas, el celebrado modelo (supermodelo, como lo definió la revista The Economist) de bienestar de Suecia, Finlandia, Dinamarca o Noruega estará en riesgo.
"La crisis financiera nos ha abierto los ojos sobre la debilidad de este modelo. Debemos centrarnos en incrementar nuestra competitividad", explica Lars Lokke Rasmussen, líder del principal partido de centroderecha danés y favorito para ser el próximo primer ministro del país.
Lars Faeste, director gerente de Boston Consulting Group para los países nórdicos, añade que "si fueran una compañía, necesitarían una transformación. Y Dinamarca y Finlandia, un cambio radical".
La creencia en la necesidad de un cambio es transversal. La semana pasada, Samak, la asociación de sindicatos y partidos socialdemócratas nórdicos, presentó un informe sobre los problemas laborales, como el alto desempleo (para sus estándares) y la presión sobre el estado del bienestar que provocan el envejecimiento y la inmigración. "Estos desafíos requieren un gran esfuerzo de reestructuración", asegura el grupo de centroizquierda.
Igualdad, confianza y colaboración
Esta revisión del modelo es una constante desde sus inicios a finales del siglo XIX, cuando los cuatro principales países nórdicos empezaron a introducir la Seguridad Social. Helle Thorning-Schmidt, primera ministra danesa, defiende que éste se basa en tres principios: igualdad, confianza y colaboración.
Y en su siglo largo de vida, se puede afirmar que el modelo ha sido un éxito hasta ahora. Estos países lideran muchos rankings, como los de felicidad, igualdad, competitividad e incluso han sido declarados como los mejores lugares del mundo para nacer. El papel de la mujer en el trabajo es mucho más importante, la población confía en sus gobiernos y sus empresas, que de forma habitual colaboran con los sindicatos reduciendo la conflictividad social.
Sin embargo, en los últimos años están comenzando a tener los mismos síntomas que otros países. Por ejemplo, la desigualdad ha crecido, lo que supone un riesgo, según Thorning-Schmidt. "Los beneficios que la igualdad da a la sociedad? genera confianza, un espíritu de cooperación que se puede observar en las empresas". Confianza y colaboración, dos patas que se resienten sin la igualdad.
Productividad y altos salarios
Quizá el desafío más urgente al que se enfrenta es la caída de la productividad. Noruega, Finlandia y Suecia han tenido incrementos de alrededor del 1% en la última década, comparado con el 2 o 3% habitual de los años 80. Y esta caída de la productividad ha provocado un fuerte debate sobre los salarios.
"Necesitamos productividad, es lo que básicamente nos da la oportunidad de mantener un bienestar tan alto", sentencia Stefan Löfven, el nuevo primer ministro socialdemócrata sueco.
Karl-Petter Thorwaldsson, cabeza del sindicato sueco LO, defiende que si las economías nórdicas han sido tan competitivas ha sido precisamente por los altos salarios. "Han forzado a las empresas a cambiar más rápidamente porque si no, no se podrían permitir nuestros salarios".
Sin embargo, Faeste, de Boston Consulting, defiende lo contrario y asegura que son parte del problema. Además, mantienen que parte de esta pérdida de productividad se debe al cambio en el modelo de la economía desde las manufacturas hacia los servicios.
Más gente en el mercado laboral
En lo que sí hay acuerdo entre izquierda y derecha es que la solución pasa porque haya más gente trabajando, lo que también ayudaría con el problema demográfico. Finlandia, por ejemplo, es el país del mundo que más rápido esta envejeciendo después de Japón. Con todo, las recetas que se plantean son las habituales: retrasar la jubilación o hacer que los estudiantes se integren en el mercado laboral antes, así como mejorar la empleabilidad de mujeres e inmigrantes.
Esta presión que sufre el sistema ha hecho que muchas reformas ya hayan comenzado. Muchos servicios públicos han sido privatizados, al menos en parte, desde las ambulancias en Dinamarca a hospitales y colegios en Suecia. Sin embargo, este proceso, que busca la eficiencia, se ha implementado con polémica, y por ejemplo la misma Suecia va a controlar más a las empresas que ofrecen servicios que hasta ahora eran públicos.
"Necesitamos constantes reformas en nuestro sistema para ser eficientes", concluye Thorning-Schmitt. "El estado del bienestar no puede ser tratado como cualquier negocio, es algo especial", advierte Löfven quien sin embargo reconoce que se necesitan cambios en el modelo si quieren que sobreviva. "Hay ciertos ingredientes que creo que han construido nuestro sistema: confianza e igualdad. Pero eso no viene como un derecho de nacimiento, necesita continuamente ser desarrollado".