Economía

El vórtice polar amenaza de nuevo con enfríar la recuperación económica de EEUU

El soplo de los vientos polares adelantará este año las bajas temperaturas y la nieve a buena parte de Estados Unidos. Salvo contados estados como Hawaii o Florida, alrededor de 200 millones de estadounidenses se verán afectados por la primera oleada de frío del año. Un hecho que preocupa a los economistas si se asemeja al gélido invierno vivido a este lado del Atlántico el año pasado y que borró en el último trimestre de 2013 alrededor de 100.000 millones de dólares en la actividad económica del país.

No sólo eso, durante los primeros compases de este año, el vórtice polar, hundió al PIB de EEUU hasta una contracción que alcanzó el 2,9 por ciento, de ahí que pese al rebote registrado entre abril y septiembre, la mayor economía sólo esté creciendo a una media del 2 por ciento este año. Además, en esta ocasión un golpe de frio similar al del invierno pasado podría pasar una factura más importante, dado que la Reserva Federal ya ha dado por finiquitada su compra de bonos del Tesoro y activos respaldados por hipotecas.

Para los expertos, la recuperación estadounidense podría sufrir un duro golpe si el duro invierno incide en el consumo y la economía mundial, en un contexto marcado por la debilidad en la eurozona y Japón o la ralentización del crecimiento en China. De momento, las frías temperaturas y la nieve contaría con el colchón del efecto de una gasolina barata, producto de la caída en el crudo en los últimos meses. Desde Deutsche Bank apuntan que una caída de 40 centavos por galón podría ingresar hasta 40.000 millones de dólares en las carteras de los consumidores, junto antes del pistoletazo de salida de la temporada de compras navideñas.

Según los economistas de Deutche Bank en EEUU, Joseph LaVorgna y Brett Ryan, "cada centavo de cambio anual en el precio de la gasolina corresponde a 1.000 millones de dólares en el consumo anual de energía por parte de los estadounidenses". Dicho esto, el estímulo provocado por la caída del crudo podría caer en saco roto si la climatología hace mella en la psique de los consumidores, que podrían tener dificultades en ejercitar sus carteras pese al ahorro en gasolina.

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