En marzo cumplirá su cuarto año como presidente de la patronal catalana Foment del Treball, cargo para el que acaba de anunciar que se presenta a la reelección. Licenciado en Derecho y diplomado en Dirección General de Empresas, Joaquim Gay de Montellá fue director para Cataluña, Aragón y Baleares de ABN Amro durante 17 años, hasta que en 2001 se incorporó a Acesa, predecesora de la actual Abertis, como adjunto al consejero delegado y director general de la filial Abertis Logística hasta marzo de 2011, cuando asumió la presidencia de Foment.
Organismos internacionales e inversores privados empiezan a advertir que la deriva secesionista en Cataluña puede afectar negativamente a la recuperación?
La desafección entre Cataluña y España es una cuestión política, que deber resolverse en la política, y los empresarios lo que pedimos es que se dialogue, se negocie y se pacte. No avanzaremos en las reformas, en la recuperación económica, en el modelo productivo, mientras la seria inestabilidad política y social en Cataluña y España mantenga la temperatura tan alta que vivimos estos días.
Los empresarios tenemos la misión de crear riqueza y generar ocupación, y sólo pedimos un cierto clima de estabilidad y seguridad. La tensión actual hará que todos perdamos, España y Cataluña, porque las empresas multinacionales podrían cuestionarse sus proyectos de futuro aquí.
Pero, ¿contemplan los empresarios una Cataluña fuera de España?
No sólo no lo contemplamos, sino que es un escenario que hoy no toca. Lo que toca es diálogo y apertura mutuas. Hay que entender que no se trata de una confrontación entre adversarios políticos en función de siglas, que pueda resolverse con la victoria de un partido sobre otro.
Se trata de una controversia social y política que necesita de un gran pacto institucional para resolverse. Desde Foment defendemos la necesidad de llegar, mediante el diálogo y la negociación, a un gran Pacto Institucional que ayude a superar la decepción que supuso la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto.
¿Y esto se lo han dicho los empresarios a Artur Mas?
Desde Foment hemos reiterado múltiples veces al Gobierno de Cataluña que nadie entendería un quebrantamiento de la legalidad. Hemos advertido que Cataluña no quiere ni necesita políticas radicales, que sólo conducen a la confrontación. Reivindicamos que las decisiones políticas se tomen desde el marco legal y la Constitución.
Entrando ya en cuestiones meramente económicas, ¿es usted de los que se apunta a que estamos saliendo de la crisis o, se alinea con quienes miran más a la economía real que a las estadísticas?
La recuperación económica se esta afianzando plenamente, aunque hay que decir que a ritmos no muy elevados. Pero eso no puede servir de excusa para dejar de hacer las reformas estructurales que quedan pendientes. En España, a diferencia de otros países europeos, como Francia e Italia, se han hecho reformas de gran calado. Por ejemplo, sin la reforma laboral no habríamos podido volver a ser uno de los capitanes de la economía europea.
Pero las familias y, sobre todo, las pymes siguen afectadas por una pertinaz sequía del crédito.
Esta percepción de que la previsión de crecimiento podría ser mayor a la estimada se deriva de que uno de los handicap que tenía la economía española, como la falta de crédito, puede corregirse rápidamente.
Y ello es así gracias a las últimas medidas anunciadas por el Banco Central Europeo, que ha situado el interés de referencia en el 0,05%, y en las medidas excepcionales para facilitar el crédito a la economía real con la inyección de mayor masa monetaria en la economía. Adicionalmente, en nuestro país, se contempla una reducción de la fiscalidad, especialmente en el IRPF, y una lenta, pero progresiva, recuperación del empleo.
¿Y no piensa que hemos desperdiciado los años de la crisis para cambiar y modernizar nuestro sistema productivo?
En los próximos años, además de trabajar en la recuperación a través de la internacionalización, la innovación y la formación, debemos resolver el gap que se detecta entre un sistema técnicamente correcto, pero que no se traduce en economía productiva.
Necesitamos actuar en la raíz del problema: la actitud de los ciudadanos, de las instituciones, asumir de verdad una cultura real de esfuerzo, de responsabilidad, compartir la idea de contribuir con nuestros impuestos al beneficio social y, en definitiva, trabajar de manera obstinada por un sistema que penalice los comportamientos que no contribuyen al bienestar de los ciudadanos.