
El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, ha asegurado que España instará a la Comisión Europea a que, "si fuera preciso", siga actuando como hasta ahora manteniendo las ayudas a los productores de frutas y hortalizas afectados por el veto de Rusia.
En declaraciones a los periodistas a su llegada a Bruselas para participar en la cumbre extraordinaria de la UE que debe acordar varios nombramientos en diversas instituciones comunitarias, Rajoy ha recalcado la decisión de España de seguir pidiendo a la UE a actuar ante las consecuencias del veto ruso a diversos productos comunitarios.
El jefe del Ejecutivo español ha señalado que ese veto a la importación está perjudicando a muchas personas en toda la UE y, especialmente, en países como España.
A su juicio, la Comisión Europea ha reaccionado bien desde el primer momento, y ha garantizado que el Gobierno español está también muy atento a la evolución de los acontecimientos.
"Manifestaremos nuestra preocupación y la necesidad de que, si fuera preciso, la Comisión siga actuando como hasta ahora y todos los productores de frutas y hortalizas no se vean perjudicados", ha recalcado.
Rajoy ha aprovechado para reiterar su apoyo a la integridad territorial de Ucrania al considerar que es una cuestión "fundamental" respetar la Constitución, las leyes y la soberanía nacional de este país.
Eso es lo que reiterará hoy el presidente del Gobierno español al resto de líderes comunitarios en la cumbre extraordinaria de Bruselas, a la que ha sido invitado el presidente de Ucrania, Petró Poroshenko.
Al mismo tiempo, Rajoy ha dicho que defenderá el diálogo político para que, con la mayor celeridad posible, se acabe con la situación actual entre Rusia y Ucrania y que ha costado ya muchas víctimas mortales.
Amenaza de más sanciones
Por otra parte, los líderes de la Unión Europea probablemente amenazarán el sábado a Rusia con nuevas sanciones por sus acciones en Ucrania aunque, temerosos por una nueva Guerra Fría y el autoinflingido daño a sus propias economías, podrían dar a Moscú otra oportunidad para hacer las paces.
En una cumbre en Bruselas que podría dar a uno de los principales cargos de la Unión Europea al primer ministro de Polonia y dar a los duros críticos del Kremlin en la ex comunista Europa del Este nueva influencia en el bloque, altos cargos de la UE dieron al asediado presidente ucraniano Petro Poroshenko una cálida bienvenida y garantías de un mayor respaldo económico, entre otras.
Pero las divisiones entre las 28 naciones de la UE han dificultado las acciones contra Moscú, y funcionarios esperan que la decisión el sábado sólo sea pedir al brazo ejecutivo del bloque que prepare más opciones para nuevas sanciones.
Los grandes países de Occidente temen dañar a sus propias economías. Estos incluyen a Alemania, Reino Unido y Francia, así como a Italia, que depende fuertemente del gas ruso y espera asegurarse el cargo de la jefatura de asuntos exteriores de la UE.
Poroshenko dio poco crédito a las negativas de Moscú al denunciar la incursión la semana pasada de miles de tropas con cientos de vehículos blindados y dijo que espera que la cumbre ordene a la Comisión Europea a preparar una nueva ronda de sanciones.
Pero, al igual que el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso, usó su conferencia de prensa conjunta para enfatizar la voluntad de hallar una solución política a una crisis de la que el presidente ruso Vladimir Putin acusa a los intentos de Kiev por apartar al ex estado soviético de la influencia de Moscú, en favor de una alianza de Occidente con la UE y la OTAN.
Con las fuerzas ucranianas enfrentándose a separatistas prorrusos y, aparentemente, tropas rusas, dijo que no buscaba una intervención militar extranjera y que esperaba progresos hacia la paz tan pronto como el lunes- porque el fracaso podría llevar al conflicto a un punto sin retorno: "no intentemos desatar una nueva provocación de guerra en Europa", dijo Poroshenko.
Barroso también advirtió sobre el riesgo de un "punto sin retorno" al enfatizar que los líderes de la UE querían distender la confrontación con su vecino provisto de armas nucleares.
"No tiene sentido tener (...) una nueva Guerra Fría", dijo Barroso. Un conflicto mayor afectaría a toda Europa, dijo, al agregar que las sanciones sólo buscan presionar a Moscú para negociar.
Barroso destacó el apoyo económico para Ucrania y también los planes de llevar a cabo negociaciones con Moscú y Kiev que tienen por objetivo garantizar que los suministros de gas ruso sigan fluyendo a través de Ucrania hacia Occidente este invierno boreal.
Un acuerdo en marcha
Poroshenko también se reunió con Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo cuyo sustituto se decidiría en la cumbre.
Diplomáticos dijeron que el primer ministro de Polonia, Donald Tusk, contaba con un amplio apoyo para ocupar el cargo de Van Rompuy. El respaldo por el ex favorito, la primera ministra danesa socialdemócrata Helle Thorning-Schmidt, se ha disipado.
Muchos responsables en Bruselas esperan un acuerdo que equilibre los intereses de la izquierda y la derecha en la UE y los países del este y oeste, norte y sur de Europa, además de satisfacer las presiones de que haya más mujeres ocupando altos cargos europeos.
Con Tusk, un conservador del este que reemplazaría al belga Van Rompuy, la ministra italiana de Exteriores Federica Mogherini, de centro izquierda, asumiría como jefa de política exterior del bloque, reemplazando a la británica Catherine Ashton.
A cargo de la Comisión Europea, en reemplazo de Barroso, estará el ex primer ministro conservador de Luxemburgo, Jean-Claude Juncker, elegido en una controvertida cumbre hace dos meses.
Los líderes del este, alarmados por la actitud de Moscú, se resistieron al nombramiento de Mogherini en ese momento. Con 41 años y sólo seis meses de experiencia en el Gobierno de centro izquierda de Matteo Renzi, consideran que tiene poco peso político para hacer frente al Kremlin y también está mermada por la dependencia italiana de la energía rusa.
No obstante, el aumento del apoyo que ha obtenido esta semana Tusk como presidente del Consejo - una figura conservadora del mayor de los antiguos estados comunistas - parece haber forjado el consenso, según diplomáticos y responsables.