
El apoyo constante y creciente de Moscú a los separatistas del este de Ucrania, y la revelación por parte de la OTAN de que tropas rusas han entrado en el territorio de ese país amenaza con levantar una nueva oleada de sanciones contra Rusia. Tras las represalias comerciales, Reino Unido quiere ahora que la Unión Europea expulse a la Federación Rusa del sistema de pagos SWIFT.
Abreviatura en inglés de Sociedad para las Telecomunicaciones Financieras Interbancarias a nivel Mundial, esta red de transferencias es uno de los principales sistemas de pagos global, y sacar al país de su seno podría enviar ondas de choque a todo el sistema interbancario ruso.
Chris Weafer, socio de la consultora moscovita Macro Advisory, asegura que la expulsión de esta red no bloquearía los grandes acuerdos ya en vigor, pero sí supondría todo un obstáculo para las operaciones internacionales.
Al dificultarse el envío y la recepción de pagos, proveedores y clientes se verían obligados a interrumpir o ralentizar los flujos comerciales.
SWIFT, que tiene su sede en Bruselas y por tanto debe cumplir la normativa europea, ya participa en esta suerte de embargo a los bancos iraníes desde primavera de 2012.
Precisamente por su dependencia del sistema SWIFT, incluso a nivel interno, Rusia anunció el miércoles su intención de crear una red de pagos propia y autónoma.