
La frontera entre España y Portugal es, a menudo, mucho más imaginaria que real. La burbuja especulativa que ha dejado sin uso los nuevos aeródromos de Ciudad Real y Castellón, tiene su reflejo al otro lado del río Guadiana, en la pequeña ciudad de Beja.
Esta localidad situada en medio del Bajo Alentejo, que apenas cuenta con 35.000 habitantes, tiene el dudoso orgullo de albergar un flamante aeropuerto, el cuarto con rango internacional del Portugal continental, que en todo 2013 dio servicio a menos de 2.400 pasajeros.
Pero, a diferencia de los de Lisboa, Oporto (en el norte) y Faro (en el Sur), este aeródromo se ha revelado como un completo fiasco por lo que respecta a su capacidad para atraer vuelos comerciales.
En medio de un desierto de viñas
Su último servicio, una ruta veraniega operada por Europe Airpost que debía acarrear viajeros desde París durante los meses de verano, dejó de operar abruptamente hace unas semanas sin haber completado el ciclo estacional, y en Beja vuelve a reinar el silencio.
Situaciones como la final de la Liga de Campeones, cuando fue usado como párking de los aviones que, tras descargar a los hinchas aguardaron en Beja su turno para volver a Lisboa a recoger al pasaje, o el intento fallido de atraer a Coera del Sur para implantar en él una escuela de pilotos, sólo han servido para sonrojar aún más a los contribuyentes portugueses, que acusan a las autoridades de falta de planificación.
No en vano, el aeropuerto de Beja está situado en el corazón de una de las zonas con menor densidad de población del país vecino, y está situado a poca distancia de dos fenomenales competidores: a 150 km de Lisboa y apenas 120 km de Faro, que da servicio a la turística región de Algarve.
Pese a todo, los poco más de 33 millones de euros que costó su adaptación (es una base de las fuerzas aéreas portuguesas) palidecen si se comparan con los 1.100 millones invertidos en el aeropuerto de Ciudad Real (ahora vale menos de 90), o los 150 que se han enterrado en el aeródromo de Castellón, además de decenas de obras realizadas en lugares tan dispares como León o Lleida.